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El Telégrafo
Nancy Bravo de Ramsey

Historia y manipulación en los 100 años del canal

26 de agosto de 2014

Era el 15 de agosto de 1914, cuando el vapor Ancón hizo la travesía de los 80 kilómetros de longitud que tiene el Canal de Panamá, una de las obras de ingeniería moderna más importantes y significativas del mundo, pues transformó el mapa marítimo de América y del orbe entero. Esta vía interoceánica que une en menos de 24 horas al mar Caribe y el océano Pacífico, atravesando el istmo de Panamá, estrenaba de este modo los servicios de tránsito mejor conocidos del planeta por embarcaciones de casi todas las banderas que existen. No obstante, para llegar a este punto de plenitud, los panameños debieron vivir terribles dramas e incontables tragedias durante el transcurso de un siglo de su historia.

En mayo de 1879, el francés Ferdinand de Lesseps, que había completado la excavación del Canal de Suez, presentó en la Sociedad de Geografía de París su proyecto de canal interoceánico que debía conectar los océanos Pacífico y Atlántico por el istmo de Panamá. Las obras del aceptado proyecto comenzaron en 1881, enfrentándose desde entonces a graves riesgos, como lo accidentado del terreno y serias enfermedades, entre ellas la malaria y la fiebre amarilla, que atacaron al personal produciendo innumerables muertes. A ello se sumó el terremoto de 1882 que obligó a interrumpir los trabajos, lo que produjo la baja de las acciones de la compañía en la bolsa de París.

Lesseps entonces se vio obligado a parar los trabajos y abandonó la obra regresando a Francia. La dirección de la compañía de Lesseps fue asumida por el ingeniero jefe de la obra, Philippe Jean Bunau-Varilla, quien decidió ceder los derechos de construcción y explotación del Canal de Panamá al Gobierno de Estados Unidos, firmándose entonces el Tratado Hay-Bunau-Varilla, el 18 de noviembre de 1903. Había transcurrido muy poco tiempo desde que Colombia se desangraba en un proceso revolucionario que provocó la separación de Panamá.

En un tratado no solo inescrupuloso sino además escandaloso, por  su descaro y su falta de respeto a la soberanía de Panamá, esta nueva república, representada por Bunau-Varilla, concede a Estados Unidos los derechos ‘a perpetuidad’ del canal y una amplia zona de 8 kilómetros a cada lado de él, a cambio de 10 millones de dólares, así como una renta anual de $ 250.000.

Las décadas siguientes, Panamá vivió en estado de zozobra. Las manifestaciones de rechazo y protesta por la firma de un tratado vergonzoso y humillante para los intereses de ese pueblo sucedían diariamente una tras otra. En enero de 1964, policías estadounidenses dispararon contra miles de manifestantes que intentaban romper el cerco del canal para izar la bandera panameña. Esto provocó la muerte de 30 manifestantes y cientos de heridos. La firma del Tratado Torrijos-Carter, en septiembre de 1977, que retribuye progresivamente la soberanía de la zona del canal de Estados Unidos a Panamá, vino a restañar un poco la herida de la nación del istmo provocada por la traición de algunos de los suyos y el irrespeto de extraños.

La República de Panamá asumió la responsabilidad total por la administración, funcionamiento y mantenimiento del Canal de Panamá, al mediodía del 31 de diciembre de 1999. De acuerdo a lo establecido en la Constitución vigente de ese país, el canal constituye un patrimonio inalienable de la nación, por lo cual no puede ser vendido, ni cedido, ni hipotecado ni de ningún otro modo gravado o enajenado. En septiembre de 2007 se iniciaron los trabajos de ampliación del canal, a través de la construcción de un tercer juego de esclusas y, en la actualidad, la autoridad del Canal de Panamá multiplica por 7 los ingresos de esta obra, dineros que entrega al tesoro nacional de la nación centroamericana.

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