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El Telégrafo

Hipócritas y cínicos

09 de septiembre de 2013

Hace mucho se decía que mientras los republicanos son cínicos, o sea que mienten sin sonrojarse, los demócratas son hipócritas, o sea que fingen sentimientos contrarios a los que sienten, y que en todo lo demás, estos políticos norteamericanos son cortados por la misma tijera; actualmente, ambos partidos han logrado paridad en estas características. Esto explica por qué Obama, que se opuso a la agresión a Irak, sea ahora un belicoso que se apoya en la mentira, y que lo acolite Kerry, que alguna vez se manifestó en contra de la guerra de Vietnam, y ahora niega que Al Qaeda forma parte de la oposición que lucha contra el Gobierno sirio, lo contrario de lo que le informan sus propios servicios de inteligencia.

Ambos dicen que la acción militar en Siria “es algo que Estados Unidos, como país, necesita hacer”, ¡vaya necesidad! ¿Tal vez se trate de instintos perversos?, y aseguran que existen pruebas de que el régimen sirio perpetró el ataque con armas químicas contra civiles, pese a que Putin les pidió: “Si las tienen, que las muestren”; de donde se deduce que si no las muestran es porque no las tienen. Todo lo que dicen contradice a la reconocida periodista de la AP Dale Gavlak, quien afirma que fueron los rebeldes los responsables de este incidente porque no supieron manipular las armas químicas que les proporcionó Arabia Saudita, que no les había informado de qué armas se trataba, y que estaban destinadas a Al Qaeda, lo que deja en puro cuento la versión oficial.

Según Obama: “...no es mi credibilidad la que está en juego, es la de la comunidad internacional, la de EE.UU. y la del Congreso”. Presidente Obama, si busca agredir, no involucre a la humanidad entre sus justificativos; además, su credibilidad se perdió hace mucho, exactamente cuando no cumplió sus promesas electorales, cerrar Guantánamo, por ejemplo; en cuanto a la credibilidad de su país, basta recordar las palabras del general Clark, exjefe de la OTAN, quien dijo que en el Pentágono le informaron sobre planes para agredir a siete países musulmanes, uno de ellos Siria, y reconfigurar así el mapa del Medio Oriente; como reza el dicho: “Para mentir y comer pescado, hay que tener mucho cuidado”.

Ahora que el G20 no ha logrado persuadir a Obama de no arrojar a la basura su Premio Nobel, solo queda esperar que en el Congreso de los EE.UU., que no tiene la autoridad moral del de la ONU, prime la cordura y se escuche la opinión del pueblo americano, que mayoritariamente se opone a la aventura en Siria, y no la del Pentágono.

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