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El Telégrafo

Herramientas

13 de agosto de 2013

Las obras civiles y las herramientas para la modernización de la producción agrícola garantizan el progreso de esta actividad cuando los usuarios adquieren pericia y habilidad para utilizarlas eficientemente en el aprovechamiento de los recursos naturales: tierra y agua.

Las comunidades de usuarios más dinámicas para aprovechar estos recursos son los productores de los denominados cultivos transitorios y permanentes que cuentan con un total de 629.055 unidades de producción agrícola (UPA), ocupando en conjunto una superficie aproximada de 2’595.025 hectáreas para la obtención de productos agrícolas para el consumo interno y de exportación del país.

Si consideramos el numero de UPA de hasta 20 hectáreas, tanto en los cultivos transitorios como en los permanentes, estos significan el 72% y el 88%, respectivamente de su total, lo cual nos indica que la producción que sostiene la seguridad alimentaria y de exportación agrícola del país depende de los agricultores que tienen como forma de vida la explotación de sus pequeñas parcelas.

Estos sectores fueron los más afectados en la década de los ochenta por la eliminación de los programas de asistencia técnica del Estado, actividad que fue ocupada agresivamente por los vendedores de agroquímicos con resultados negativos en lo que corresponde al equilibrio biológico de vastas zonas agrícolas y motivo de denuncia de los propios agricultores al comprobar que los paquetes tecnológicos que aplicaban cada vez eran menos eficientes y más costosos.

En los primeros años de la década del nuevo milenio investigaciones realizadas sobre la situación agrícola indicaban que apenas el 6,8% de las UPA estaban cubiertas por algún tipo de asistencia técnica agropecuaria y que la productividad del país, comparada con la de otros países con producciones similares, era la más baja.

Históricamente, el Estado ha proclamado su vocación agrícola realizando cuantiosas inversiones para construir proyectos para el desarrollo de acuerdo a modelos importados de indudable solvencia técnica, pero no es el constructor ni el vendedor de maquinarias y paquetes tecnológicos los que siembran, sino el pequeño agricultor, al cual es necesario organizar y capacitar para que pueda utilizar eficientemente las nuevas herramientas. Esto requiere programas con soluciones de acuerdo a la idiosincrasia y características
del usuario, debidamente financiados y oportunamente cumplidos.

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