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El Telégrafo

Hay que protegerlo

10 de julio de 2012

El Foro de Sao Paulo, reunido esta vez en Caracas, ha exhortado al Gobierno de Ecuador dé asilo político a Julian Assange. Claro que la mayoría, si no la totalidad, de los asistentes, partidos y personas, son de izquierda preocupados por los efectos devastadores del neoliberalismo, lo que para algunos, con sus enormes tribunas mediáticas, no debe destacarse, como no lo han hecho, en la práctica, los medios.

Pero no porque ellos lo oculten ese pronunciamiento no tiene validez. Lo tiene, y mucho, porque son muchas voces y la gran mayoría ha estado empeñada en la defensa de los mejores principios que podrían salvarnos de los devastadores efectos de este capitalismo salvaje, de esas democracias llenas de hipocresía, que también torturan y aniquilan inocentes.

Mirar a otro lado, hacerse de la vista gorda, así actúa “Occidente” cuando se desvelan sus procedimientos. Lo  destapado por los más de 250.000 correos de WikiLeaks no admite respuesta. Ya lo sabíamos, dicen los que quieren restar importancia a esos miles de informes.

La verdad es que todo parecía especulación digna de una intriga hollywoodense, que se queda corta, como suele suceder, ante esta realidad que ha montado la peor maquinaria para destrozar al “otro”, al diferente, al distinto.

Esa la enorme contribución de Assange a este mundo globalizado, que debe saber que muchas de las instituciones que dictan “cátedra” son aparatos corrompidos por este afán de perpetuar sus intereses de poder.

Julian Assange recorrió el mundo, partiendo de Australia, como una persona de carne y hueso. Seguramente no es un santo, y en Suecia, muy liberales en las relaciones interpersonales, tuvo relaciones sexuales consentidas, dice él. Los otros, incluidos los corifeos mediáticos del planeta, hablan de violación. Con ello nos quieren pintar a una persona descalificada, sicópata, a la que no habría que prestar atención, solo condenar.

Se tomará algún tiempo el país antes de pronunciarse. Bien, que lo haga, pero sin el miedo que, como siempre, sirve de control, de chantaje, para vendernos esa acomplejada postura que dice que Ecuador no puede dirimir una grave diferencia que involucra a Suecia, Inglaterra, Australia y Estados Unidos.

En el Foro de Sao Paulo se habla, se discute y se sueña con edificar otra cosa: una democracia real, una que rebase la etapa de los intereses de las grandes corporaciones. Podemos contestar, sustentados en nuestras más profundas creencias, para impedir una atroz injusticia. A Assange hay que protegerlo, no por santo, sí por sus convicciones políticas.

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