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El Telégrafo

Hacer la corte

28 de agosto de 2012

Lugares comunes: “La cultura está en nuestros días a punto de desaparecer”; la cultura actúa ahora “como mecanismo de distracción y entretenimiento”, con estas afirmaciones se repleta el más reciente ensayo de Mario Vargas Llosa “La civilización del espectáculo”.

¿Cómo puede desaparecer la cultura si es consustancial a la naturaleza humana? A no ser que para Vargas Llosa lo único que merece ser cultura es todo aquello que se produce para deleite de ciertas élites. También resulta paradójico que alguien, como Vargas Llosa, entregado desde hace muchos años a lo establecido, sus premios y sus luces, nos hable del entretenimiento como el mal de mundo actual.

Vargas Llosa, que para el diario El País, de España, realizó reportajes yendo al mismo lugar de los hechos, como Irak, ahora apela desmesuradamente a los calificativos, y otra vez lugares comunes, en sus opiniones sobre Rafael Correa. ¿Ha venido al Ecuador para constatar con sus propias entendederas lo que tanto se dice de este Gobierno? Quizá prefiera quedarse, funcional a lo más retardatario de la política regional, con los dichos y prejuicios de unos medios  y periodistas que han perdido la cabeza con los cambios que lleva adelante este Gobierno.

Lo de Julian Assange, hoy “hacker” maldito, sinónimo de ladrón y pirata de  la peor calaña, también les ha trastornado, aunque al principio fueron cinco diarios, entre ellos el mismo El País, los que acogieron los cientos de miles de cables que desvelaban el corrupto manejo del servicio exterior estadounidense. Ellos, esos poderosos diarios, eran los que filtraban los contenidos de lo que tanto les entregó el “pirata” Assange.

Que otros, no tan poderosos e influyentes como ellos, hayan accedido a tanta información y la estén propalando sin mayores ataduras y compromisos les resulta hoy inaceptable. Se puede vivir sin Assange, quizá a nuestra cotidianidad no le haga falta un poco de verdad, y otro poco de dignidad. Se puede, si se opta solo por el acomodo.

Para sustentar semejante proyecto, la vida plácida y sin sobresaltos, han juntado lógicas y piezas que antes eran impensables. Comparar a Pinochet con Assange, para proponernos contradicciones en Baltasar Garzón, que la verdad no ha dejado de ser juez, y así intentar desacreditar todo lo actuado en este asilo. Que Gran Bretaña haya caído en errores infantiles, no tan propios de su vieja historia, también repleta de abusos, los ha descolocado.

Vargas Llosa, en su versión más británica y española, insulta rabiosamente, agrede en nombre de su muy “refinada” cultura. Ese Vargas Llosa luce, más bien, decrépito y debería quedarse quieto en su mullida poltrona. En política sirve a reyes y le hace la corte a todo zángano.

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