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El Telégrafo
Nancy Bravo de Ramsey

Guerra de desgaste contra Siria

16 de septiembre de 2014

Acompañando sus palabras con una leve sonrisa, Barack Obama, el presidente de Estados Unidos de Norteamérica y Premio Nobel de la Paz -que sin embargo no para de armar guerras por todos los confines del mundo-, le anunció a su pueblo desde la Casa Blanca, el 10 del presente mes, lo que su nación va  a hacer “junto con nuestros amigos y aliados para degradar y, en última instancia, destruir al grupo terrorista conocido como ISIL”.

Se refería el mandatario norteamericano al autodenominado Estado Islámico de Irak y el Levante (EIIL por sus siglas en castellano, e ISIL o ISIS en inglés). Sin duda alguna que este organismo es un grupo insurgente, de naturaleza islamista suní, autoproclamado califato. Se encuentra asentado en un amplio territorio comprendido dentro de Irak y de Siria, controlando de facto importantes ciudades de ambas naciones, como Mosul, Faluya o Raqqa, a la que consideran su capital. Su objetivo puesto de manifiesto en diferentes ocasiones es expandirse -además- por Jordania, Israel, Líbano, Turquía, Chipre, Palestina y Kuwait.

¿Pero es tan cierta la intención de Obama de armar en corto tiempo una nueva guerra en Medio Oriente para destruir al Estado Islámico o aquel argumento esconde la verdadera razón de su apresurado empeño? Ghaleb Kandil, prestigioso analista de política de los países árabes, asegura: “Desangrar a Siria e impedir que se recupere. Eso buscan los esfuerzos de Estados Unidos, la OTAN, Turquía, Arabia Saudita y Qatar, después de haber comprendido que no lograrán la destrucción del Estado sirio ni el derrocamiento del presidente Bachar Al-Assad”.

Por lo visto existe una constante en el proceder de los mandatarios estadounidenses y de su mejor aliado, Israel, cuando les interesa dejarlos convertidos en tan solo escombros -piedra sobre piedra-, a aquellos países a los que quieren ver desaparecidos del mapa. Entonces es cuando recurren a mercenarios internacionales, a quienes organizan, entrenan, arman, pagan y adoctrinan, a fin de que aparezcan como sectores rebeldes, propios del mismo país invadido.

Y así como venía sucediendo con la acosada Siria, cuyo aguerrido ejército “logró rechazar las oleadas sucesivas de decenas de miles de mercenarios extranjeros provenientes de 80 países. La última ola venía de Jordania, donde el príncipe saudita Bandar Ben-Sultan -el verdadero jefe de Al Qaeda-, concentró 20.000 extremistas entrenados durante meses, por las fuerzas especiales de Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña”, sostuvo Kandil.   

Pues así van las cosas. Desde hace tres años, Estados Unidos y sus aliados vienen acosando a Siria. En el caso de Irak, que un tiempo atrás también la tenían entre ojos, ahora  ha pasado a ser su aliada, con un gobierno títere que responde a los intereses estadounidenses. Y mientras se acerca la fecha de un nuevo período de acoso bélico a Siria por parte de Estados Unidos y sus aliados, Obama anuncia que, así como hizo en Irak “en donde han llevado a cabo más de 150 ataques aéreos”, parte de la estrategia de guerra en Siria será atacar desde el aire, sin permitir que los norteamericanos incurran en la lucha en tierra, que eso lo dejan para los cuerpos de mercenarios.

Pero Siria no está sola. Ella forma la parte central de un eje regional que desde 1982 ha logrado repetidas victorias. En efecto, el Eje de la Resistencia y sus aliados está dando ejemplo de unión y solidez. Y a ese eje se sumarán sin duda la gran potencia de Rusia, así como  los países que se oponen a la hegemonía de Estados Unidos, como China y los demás miembros del Brics. ¿Cómo será esta conflagración bélica que empezará como una guerra de desgaste contra Siria? Apocalíptica, de pesadilla, capaz de vivirse en ella lo infernal, lo inenarrable. Pero quizás esta será la oportunidad para demostrarle a Estados Unidos la capacidad de respuesta del Eje de Resistencia, que va desde Teherán hasta Moscú y que incluye también a Bagdad, Damasco, Beirut y Pekín.

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