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El Telégrafo
José Velásquez

El Guayaquil de Gómez Iturralde

27 de julio de 2020

Dedicó buena parte de su vida a rescatar crónicas y a inventariar el pasado, pero su pasión no era solo descubrir sino compartir. Así pasó los años detrás de un teclado, impulsado por el orgullo guayasense y su romanticismo por la historia. Fueron más de 30 libros, una bitácora digital llamada “Guayaquil por siempre” y una cuenta en Twitter con la que conquistó a miles.

A don José Antonio Gómez Iturralde le gustaba desenterrar el legado de los ancestros.  Y es justamente esa curiosidad cívica lo que deja como patrimonio a un inmenso grupo de personas con renovado entusiasmo por sus raíces. Finalmente logró crear un círculo virtuoso.

Nadie lo nombró historiador ni se consideraba uno. Pero como solía desconfiar de los libros que deformaban los hechos decidió asumir el reto de hilvanar las evidencias. Se confesaba regionalista por amor a su región, así como la gente prefiere a su familia por encima del resto de personas. Elevaba a Olmedo a la altura de Bolívar por haber dibujado la independencia de Guayaquil un año y medio antes que la Batalla del Pichincha. Y por supuesto, su cruzada irrumpió en una retórica escrita en piedra en este país.

Se aprestaba a publicar un libro sobre el bicentenario independentista “porque no se puede amar lo que no se conoce y él quería que los jóvenes quieran sus orígenes”, explica su nieta la exasambleísta Cristina Kronfle. Recuerda que cuando estaba en la escuela se atrincheraban todas las tardes en el estudio de “Toñito” a respirar el olor a libro y a hacer los deberes. El abuelo mentor la alentó a que haga escuchar su voz en Quito y ella le ayudó a instalarse en redes sociales cuando cumplió 89 para que abra otro balcón al mundo. A pesar de ser tímido, logró que vayamos un poco más allá de la nostalgia de las fotografías para explorar fragmentos históricos poco conocidos.   

Alguien diría que su partida nos deja un espacio vacío, pero más bien creo que se encargó de nutrirnos de memoria y guayaquileñismo por muchos años más. Y como no hacía parte de los preparativos de la celebración del bicentenario, creo que la ciudad le debe un homenaje público precisamente en ese marco por ser el hijo enamorado que atesoró el pasado pensando siempre en el futuro.  (O)

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