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El Telégrafo

Guayaquil está en la patria

27 de julio de 2013

Es verdad histórica que Guayaquil existía cuando los invasores peninsulares arribaron a estas tierras  y tiene un día para exaltar y rememorar su pasado  glorioso, aunque -todavía- historiadores consagrados polemizan y no se ponen de acuerdo sobre el proceso de fundación de la metrópoli octubrina. Al margen de esa disputa, la cuna de Olmedo, con sus leyendas y los avatares de la política, adquiere presencia en el escenario nacional, con el valioso aporte de sus hijos, oriundos de estos lares y de otros, lejanos. Desde el inicio de la era republicana, la gran urbe se convirtió en el eje de desarrollo y propulsor de los cambios sociales. Irradia rebeldía, altivez y dispuesta a no dejarse engañar por los falsos redentores que toman su nombre, Guayaquil, para sus ambiciones e intereses individuales.

No se puede formular diferencias entre Guayaquil y Ecuador, porque nuestra metrópoli está en la patria, como constan Quito, Cuenca, Portoviejo, Machala y el resto del país. Como estrategia de los politicastros, crean el término “guayaquileñismo” para aprovechar ese sentimiento cívico con fines, exclusivamente, electorales. No olvidemos que Guayaquil está en la patria.

No se requiere profundizar en el análisis de la historia para reconocer que Vicente Rocafuerte y el general Eloy Alfaro, ilustres mandatarios, ocupan un sitial destacado en la historia por sus aportes incalculables para el desarrollo del Ecuador.

Las grandes obras de Rocafuerte y el “Viejo Luchador”, en el campo educativo, el enfrentamiento contra la corrupción; la instauración y consolidación de la democracia y el laicismo, la igualdad ante la ley y la pureza de sus principios, testimonian su puesto ejemplar en el tránsito republicano. Jamás proclamaron que ya habían entrado en la historia de la patria ecuatoriana. Han transcurrido dos siglos y los exmandatarios brillan como personajes ilustres en las páginas de la historia del Ecuador, mientras algún apresurado ya dice  haber entrado a ese escenario de los excelsos patriotas.

Todavía persiste la costumbre de directivos de ciertas instituciones de repartir condecoraciones a sus amigos periodistas para asegurar un importante espacio en los medios de comunicación, a manera de propaganda, principalmente en tiempos electorales, como por ejemplo la próxima renovación de los gobiernos seccionales. En esta época se han extraviado los valores y, como paradoja, prevalecen el interés personal y la vanidad. Y como sarcasmo  pretenden entrar en la historia los falsos valores.

En la historia del Ecuador sobresalen ejemplos de hombres y mujeres que han alcanzado la gloria en su lucha por la libertad  y sus aportaciones a las diversas manifestaciones  de la cultura, y otros que figuran por su adulo y andacia. El mundo evoluciona y surgen jóvenes con entusiasmo, firmeza y decisión para recoger la bandera de sus antepasados y seguir hasta completar la misión, y no como el vanidoso que, sin merecerlo,  exige  un sitio relevante en la historia patria. Es propósito noble de los gobernantes, como el del actual régimen socialista del siglo XXI, bajo el liderazgo de Rafael Correa, servir a los ecuatorianos, sin distingo regional, raza, cultura o religión, mediante programas y proyectos de reivindicación social y económica, que favorezcan, principalmente, a la clase que poco tiene o no tiene nada.

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