Publicidad

Ecuador, 28 de Septiembre de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo

Guantánamo

31 de julio de 2013

Formalmente resulta admirable asistir, por más de dos horas, a un debate, transmitido por C-Span, en el senado de los Estados Unidos, con más de 15 voces alrededor de la necesidad de cerrar Guantánamo, cerrar la cárcel (La bahía de Guantánamo está en manos de los Estados Unidos desde 1903), porque son más de diez años atropellando casi todos los derechos humanos.

Presidió la discusión el senador demócrata Dick Durbin con un alegato inicial: la cárcel de Guantánamo debe cerrarse. Con las inquietudes sobre  la seguridad de los estadounidenses se presentó, a renglón seguido, el senador republicano Ted Cruz. Otra senadora, la demócrata Dianne Feinsten, insistió en la necesidad de no solo cerrar Guantánamo, sino reivindicar el imperio de la ley (The rule of law) que la cárcel de Guantánamo ha pisoteado.

Aunque la mayoría de voces clame por el cierre de Guantánamo, esa cárcel estará ahí como símbolo
de una moral dudosa
Otros testimonios, incluidos generales retirados u oficiales activos, con buena formación, reforzaron aún más las razones del cierre de la cárcel de Guantánamo. Hasta que llegamos a los argumentos de un tal Frank Gaffney, fundador y presidente de “Center for Security Policy”.

Ahí la cuestión quedó cruda: estamos en guerra contra todos los que nos quieren hacer daño, y son muchos, traer a los peligrosos terroristas a suelo “americano” (las comillas me resultan inevitables como respuesta a esa vocación por apropiarse del nombre de todo el continente) sería grave, insistía Gaffney, que así se acercó a lo que inicialmente sostuvo el republicano Cruz.

Podría decirse que fueron muchas más las voces que abogaron porque Guantánamo, una verdadera afrenta, se cierre. ¿Por qué acá no se usa la figura de la consulta popular? ¿Será peligroso un referéndum?

Esta cercana aproximación, la de esta cotidianidad de la “Gran Manzana” de Woody Allen, me hace pensar que la democracia de este inmenso país tiene, por lo menos, dos raseros: una cosa es casa adentro, bien tendidita y barridita; y otra, bastante distinta, casa afuera, a donde deben ir a parar todos los “indeseables” de este planeta. Si para eso se debe violar la ley, los principios, las convenciones -Ginebra ha quedado tan encogida que aquí pocos la ven-, pues, así es el mundo. Así, cuando priman los intereses del más fuerte, que tiene -para consumo interno, ya pocos lo discuten- en el complejo bélico-industrial al principal actor de estos acomodos.

Por eso, aunque la mayoría de voces clame por el cierre de Guantánamo -el mismo Obama lo ofreció- esa cárcel estará ahí como símbolo de una moral dudosa: muy bien presentada para ellos; fachosita para los demás.

Contenido externo patrocinado