Publicidad

Ecuador, 03 de Octubre de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo
Samuele Mazzolini

Grexit

24 de marzo de 2015

El incierto resultado de las negociaciones del mes pasado y las continuas llamadas de atención a Atenas revelan la dificultad del camino emprendido por Syriza. Después de todo, se conocía de antemano que la lucha a la austeridad habría enfrentado obstáculos y resistencias enormes entre los círculos de poder de Bruselas y Berlín. Sin embargo, la debilidad demostrada por el gobierno de Alexis Tsipras obliga a una reflexión sobre la estrategia adoptada hasta ahora.

Lo que va quedando cada vez más evidente es que la legitimación popular de la cual goza el Ejecutivo griego no es de por sí un elemento suficiente a la hora de negociar acuerdos mayormente beneficiosos para el país. Las autoridades europeas desconocen por completo la soberanía popular de Grecia al negarse a modificar las condiciones del rescate acordado por el anterior Gobierno, el cual ha llevado el país a una condición económica y humanitaria desastrosa.

Syriza debería plantear seriamente la opción de salir del euro. Se trata de la única arma que tiene a disposición para dialogar a la par con la eurozona. Sin llegar a la mesa con una opción B, correrá nuevamente el riesgo de verse amenazada, sin posibilidad alguna de defenderse, a través del recorte de liquidez y de financiamiento que estuvo a la base del sustancial fracaso de la primera ronda de discusiones, ya que estas ratificaron el mismo marco de austeridad, salvo algunas menores concesiones. Mantenerse en la misma unión monetaria expone a Syriza a las amenazas del Banco Central Europeo, que puede sofocar de un día para otro al sistema bancario griego, y a la posibilidad de que el Estado vea negado los préstamos necesarios para hacer frente a las necesidades más básicas, como el pago de los sueldos.

Una salida del euro podría reavivar la economía griega y conllevaría una cancelación parcial de la deuda. No se trataría de un camino fácil y mucho dependería del tipo de salida: si se tratara de una salida negociada -una opción que está tomando pie incluso entre los alemanes-, esto facilitaría mucho la necesidad de ver contenida la devaluación de la nueva moneda con respecto al euro. Más difícil, pero no imposible, sería la opción de una salida no consensual. Después de todo, el racionamiento que podría conllevar tal perspectiva es ya una realidad, aunque no mediada por el Estado, sino por la billetera.

El Ejecutivo griego mantiene aún la línea de la negociación dentro del perímetro del euro. No es descabellado pensar que, ante la evidencia, Tsipras tome en seria consideración la alternativa planteada en este artículo, defendida por el economista Costas Lapavitsas, legislador electo en las filas de Syriza. Cabe preguntarse, más allá de la mitología que se ha creado alrededor de Yanis Varoufakis, si es realmente él quien pueda llevar adelante este tipo de discurso. Su estéril insistencia en la necesidad de mantenerse en la eurozona parece encontrar desmentidas tajantes en los resultados obtenidos hasta ahora y en las nulas posibilidades de obtenerlos con esa política.

Contenido externo patrocinado