Publicidad

Ecuador, 03 de Octubre de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo
Samuele Mazzolini

Grecia en la encrucijada

28 de abril de 2015

‘Diletante’, ‘irresponsable’, ‘apostador’, ‘dogmático’: son estos los epítetos que algunos ministros de finanzas europeos habrían usado en referencia a su colega griego Yanis Varoufakis y que los medios circularon febrilmente la semana pasada, casi como una prueba de la insensatez de oponerse a las medidas de austeridad que se quieren imponer obtorto collo al país helénico. Si no fuera por la ruina social y económica que los países europeos han impuesto a Atenas, gracias al dogma (eso sí) neoliberal, uno podría incluso caer en la trampa de pensar que la opinión de los ministros de media Europa sea respetable.

Sin embargo, mediáticamente la Grecia de Alexis Tsipras es pintada como un animal irracional que hay que domar, con las buenas y, de ser necesario, con las malas. Hubo un momento en que no fue así, y el público europeo fue llevado a simpatizar levemente por el intento de este país de sacudirse del yugo de la deuda. Obama, Renzi y Hollande hicieron tímidas señales de empatía hacía Tsipras. El mito del ‘marxista errático’, así como se definió excéntricamente Varoufakis, incluso antes de acceder al Gobierno en una actitud que fue escalando en las semanas sucesivas a su designación, contribuyó a crear una atmósfera de David contra Goliat.

Sin embargo, las voces ‘serias’ y ‘técnicas’ de los ministros del Eurogrupo han vuelto a posicionar el discurso de la responsabilidad: las deudas se tienen que pagar y nuestra ayuda (el plan de rescate) no puede no ser acompañada por condiciones. Los medios martillan constantemente contra el gobierno de Tsipras y su ministro más odiado a través de las intervenciones de analistas cuyas opiniones incontrastables no dejan espacio a la réplica. Obama, Renzi y Hollande ya no hacen aperturas. El acercamiento con Putin parece no estar dando frutos en el corto plazo. Los salarios y las pensiones de mayo están en peligro.

Grecia está más que nunca al borde del abismo. El acuerdo sobre el préstamo puente de cuatro meses ha sido condicionado a una revisión económica positiva, atada a las condiciones firmadas por los predecesores de Tsipras y Varoufakis, y a la firma de un nuevo plan de rescate al final de junio. Esencialmente, se está poniendo al país contra la pared y obligándolo a resignarse a las medidas de austeridad en contra de las cuales la población ha votado masivamente en enero.

La posibilidad de una negociación amable, tras la cual Europa habría dejado abiertas unas grietas para poder obtener concesiones, se está mostrando como un cuento de hadas. No queda más que el incumplimiento de la deuda. Tampoco esta opción está exenta de dificultades. Como lo subrayado hace pocos días por Stathis Kouvelakis, la primera radica en que el primer pago previsto en mayo tiene al FMI como destinatario: no pagar significaría una retaliación que complicaría preocupantemente el comercio de Grecia. Los pagos de las deudas con Europa, en cambio, son debidos en el verano, pero aguantar hasta entonces va a ser prácticamente imposible. (O)

Contenido externo patrocinado