Publicidad

Ecuador, 27 de Septiembre de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo

Golpismo abierto en Venezuela

03 de mayo de 2013

La abierta intromisión de los medios y de algunos políticos estadounidenses en cuestiones de Venezuela, antes y luego de la última elección presidencial, muestra sobradamente que hay quien cree que llegó el momento de desestabilizar sin más. Muerto Chávez, se quiere dar por muerto al chavismo de un solo golpe, como si tal cosa fuera posible, y como si lastimar al actual proceso en curso no implicara consecuencias de inestabilidad a soportar desde ya y por larguísimo plazo (véase, si no, lo ocurrido tras el golpe cívico-militar contra Perón en la Argentina en 1955, que llevó a décadas de ilegitimidad estatal y violencia política en aquel país).

El cinismo no tiene límites. En la campaña, Capriles pretendió pasar por cuasi chavista, desafiando a Maduro en nombre de un insólito “bolivarianismo” opositor, tan súbito como impensable. En otros momentos la referencia era abiertamente clasista, pretendiendo desestimar al actual presidente por provenir del mundo de los trabajadores: discurso de una notoria bajeza moral, y obviamente discriminador. Y se continúa con la letanía de la cuenta de votos cuando ya la elección se realizó, el conteo inicial fue realizado en los términos de siempre, y la diferencia no fue de 2.000 votos, sino de alrededor de 300.000, una diferencia nada fácil de remontar.

Son difíciles las circunstancias para el proceso chavista. Obviamente el nuevo presidente no es Chávez, y si -en el mejor de los casos- llegara a consolidar parecido liderazgo, en todo caso debe pasar todo un tiempo para promoverlo. Mientras, nunca falta quien quiera ponerse en el sitial de mando, por lo cual es imprescindible el cuidado organizativo para oponerse a cualquier personalismo que quiera minar la dirección que, por ahora indisputablemente, le corresponde a Maduro.

Ahora bien, hay que superar la dependencia del petróleo, hay que lograr el autoabastecimiento alimentario, hay que aumentar el peso de la industria local y las posibilidades de exportación de productos manufacturados, hay que bajar la inflación y promover estabilidad económica. Es todo un desafío.

Pero que no sueñen los opositores con aprovechar para su propio cauce estas situaciones, al menos en el corto plazo. El chavismo no solo ganó la última elección: ganó tres en los últimos meses, y las dos primeras por amplio margen. Esa legitimidad no puede ser horadada a la fuerza; si los opositores quieren llegar al gobierno, deberán tener la paciencia de esperar la hora de los votos, y renunciar a la desestabilización y el golpismo (por ahora casi indisimulados).

De lo contrario, los resultados pueden ser catastróficos, en tanto, ahora es el momento de que quienes ganaron las tres elecciones gobiernen (aunque ya sin Chávez). Si lo hacen mal, la oposición -que en realidad no es hoy otra cosa que una serie de oposiciones incompatibles y rejuntadas- tendrá luego su gran ocasión electoral. Si lo hacen bien, cabrá que plantee un proyecto alternativo para convocar el voto de la población. Pero si no deja gobernar a Maduro, es obvio que se convertirá al actual mandatario en una víctima ante una parte enorme de la población, que incluso si él fracasara, entenderá que lo hizo por responsabilidad y culpa de la caudalosa furia opositora.

Contenido externo patrocinado