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El Telégrafo

Gobierno defiende libertad de expresión

12 de octubre de 2012

Mucho se ha discutido sobre libertad de expresión en el Ecuador. Libertad de expresión es la de todos los ciudadanos, el derecho universal que tenemos a expresarnos los ciudadanos de a pie, los ricos y pobres, los ilustrados y analfabetos. Lo cual es muy diferente a la tan meneada libertad de prensa, la cual -como es obvio- no sirve a todos los ciudadanos sino solo a los dueños de medios de prensa o de comunicación en general, una ínfima minoría que a menudo asume para sí el privilegio de ser la única que rige la palabra pública en muchos de nuestros países.

También se habla de las posibilidades de Internet. Un espacio que por cierto tiene sus problemas -los datos de los usuarios se recopilan y se venden a las empresas a cifras siderales-, pero que tiene la ventaja de ser menos controlable. No se necesita ser dueño de un canal de TV para intervenir en Internet: si bien no es un sitio de alcance universal, sí lo es de una intervención socialmente amplificada en relación a los medios de transmisión tradicionales.

Allí participó Assange. Así pudo llegar a conocerse sobre múltiples documentos secretos del Gobierno de  EE.UU., donde se documenta minuciosamente los modos encubiertos por los cuales esa potencia actúa impunemente en todas partes del mundo, sin reconocer soberanías nacionales ni límites éticos.

Mientras Inglaterra se niegue a otorgar el salvoconducto que permita a Assange salir de la embajada para viajar a territorio ecuatoriano en Sudamérica, mostrará su desprecio por el derecho y por la defensa de elementales garantías individuales que -supuestamente- los gobiernos occidentales custodian y defienden.

Y mientras, en contraste, el Gobierno ecuatoriano mantenga la firme defensa que ha hecho de Assange -la cual exige no poca valentía frente a las grandes potencias-, seguirá evidenciando su defensa clara de la libertad de expresión. Es que Assange es perseguido por haber hecho lo que debe hacer un buen periodista: mostrar la verdad, en este caso de la acción internacional de la primer potencia del globo. Y, sobre todo, mostrar tal verdad cuando la oculta el poder económico multinacional establecido.

El Gobierno ecuatoriano, atacado con los más variados medios por su supuesto ataque a la libertad de prensa, muestra con Assange -a nivel planetario- su defensa clara e irrestricta de la libertad expresión.

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