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El Telégrafo

Globalización y desconcierto

03 de agosto de 2013

La globalización es un proceso objetivo en el cual las mercancías y las transacciones financieras se movilizan de inmediato, de un punto a otro del planeta, a diferencia de las personas, que se hallan limitadas. Los progresos de la tecnología de las comunicaciones y el transporte revolucionan y tratan de homogenizar el mundo, manteniendo la desigualdad. La globalización defiende los intereses económicos y la privatización, mientras los pueblos defienden su identidad, sus culturas, sus valores éticos del derecho y la justicia.

La globalización era básicamente urbana, pero hoy es también rural con los procesos de gigantescos monocultivos. Se trata de homogenizar, con la tecnología, de manera acelerada, las imágenes, sonidos, olores, sabores, estímulos táctiles, que mejoren el consumo de las más diversas mercancías. Más allá de este des-concierto se ha originado la des-orientación de las respuestas. Hay nuevas sustancias, rayos, y diversos tipos de energías que ingresan al cuerpo individual y colectivo por diversas vías, de manera inusitada.  Las consecuencias, entre otras, son el cáncer y el SIDA.

Esta problemática de des-identificación corresponde también al mundo cognoscitivo y emocional de los afectos que ha originado los problemas de depresión, frente a las aceleradas corrientes de la sociedad que ha dis-gregado la familia y el grupo inmediato, pero también frente a las nuevas sustancias para dormir, para alegrarse, para serenarse, para no sufrir, para no dormir, para aumentar los afectos y aumentar los des-afectos.

En América Latina aprendimos a pensar y escribir más con la inspiración de los valores, que con razonamientos rígidos de la academia. En el campo político se requieren líderes de "carácter", con fortalezas emocionales, pero que sean el fruto de los movimientos políticos y éstos, a su vez, de los procesos colectivos del pueblo. Las habilidades emocionales, a semejanza de las intelectuales, no son neutras, la inteligencia emocional puede utilizarse para hacer el bien o el mal, por lo que debemos “capacitarnos” solamente en torno al buen vivir social.

Frente a los objetivos puramente económicos de la globalización, debemos evitar el desconcierto, y cultivar los valores del corazón, que son los temas para la capacitación que requiere nuestro pueblo. Una suerte de “capacitarnos para el amor”, para el buen vivir solidario entre los seres humanos y en equilibrio con la naturaleza, en torno a los valores sociales de la justicia y el derecho.

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