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El Telégrafo

Genética de la mentira

04 de marzo de 2012

La capacidad de mentir surge en el proceso evolutivo; es una cualidad del intelecto. La evolución del intelecto humano está sujeta en mucho a las leyes de la evolución y la genética, pero el origen de mentir es más complejo y aun no se lo entiende completamente. Se postula que la capacidad de mentir nace en la relación entre el depredador y la presa, o en la capacidad de asechar y esconderse.

En la evolución, las características útiles son seleccionadas positivamente y sus genes responsables se hacen más frecuentes. Desde esta perspectiva, la capacidad de mentir tiene base biológica y genética. Supongamos que el “gen

A” fue seleccionado en la evolución por su eficiencia (gen de depredador y de asecho), pero, por otro lado, un “antigen A” (gen antidepredador de la presa o de escondite) también se seleccionaría para contrarrestar al primero.

Existirían individuos que tienen el gen de cazador y otros el gen de esconderse. Ambos son necesarios y complementarios para el engaño y la supervivencia de las especies. Si desaparecen las presas, desaparecen los depredadores y viceversa.

Ocurriría igual con el gen que promociona decir mentiras; habría individuos que seleccionarían un gen para detectar a los mentirosos. Para los genetistas, este proceso llevaría a que los mentirosos cada vez mientan mejor y sus contrarios cada vez detectarían mejor al mentiroso. A nivel intelectual, los genes proporcionarían la capacidad de descifrar lo que unos individuos están pensando y otros genes la capacidad de que nadie descubra lo que estamos pensando. Similar a la supervivencia depredador-presa, socialmente no tendría mucho éxito el gen de la mentira, porque los individuos se harían desconfiables y la propia sociedad sucumbiría. Por lo tanto, habría más individuos no mentirosos.

No se ha descubierto un gen específico que nos haga mentirosos, pero al analizar un trastorno psiquiátrico en que los individuos mienten de forma compulsiva y patológica (mitomanía), los estudios muestran alguna asociación de la mentira con ciertos genes que determinan el funcionamiento de la corteza cerebral en la región temporal.

La mentira humana ha sido aplicada consciente y voluntariamente en acciones planificadas para sacar ventaja, justificar u ocultar a cualquier costo, la hegemonía, el poder e incluso prebendas, por lo que su origen no es exclusivamente biológico, tiene un gran refuerzo en el comportamiento social y cultural, cumple, por lo tanto, el principio que lo que somos es producto de nuestros genes junto al medio en el que nos desenvolvemos.

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