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El Telégrafo

Generación robada

17 de junio de 2012

“Genética y derechos humanos-Encuentros y desencuentros” se denomina el libro recientemente publicado en Argentina por un grupo de genetistas liderados por Victor Penchaszadeh, uno de los “padres de la genética latinoamericana”, experto en bioética, perseguido en los 70 por la dictadura argentina que lo obligó a exiliarse: “No me fui, me fueron”, diría entonces.

En 11 capítulos, la obra entrega información sobre el papel de la genética en la historia; su desprestigio y mal uso desde el poder; nazismo; engaños y promesas de la genómica y las farmacéuticas; biopirateo de muestras genéticas de indígenas. Dedica gran espacio al uso ético y comprometido de la genética moderna para dilucidar las desapariciones y violaciones de derechos de identidad en Australia, Chile y en Argentina, específicamente, frente a las ilegales adjudicaciones de hijos, analizando cómo la genética ha permitido identificar “abuelidad”, a falta de padres ejecutados, para rastrear a ese grupo de niños, ahora jóvenes de la llamada “generación robada”.

El capítulo Genética, reduccionismo y derecho a la salud explica cómo se pretendió dar validez al concepto “calidad genética” y a la “genomanía que endiosa a los genes”, transformando a las víctimas de enfermedades en culpables y absolviendo a las sociedades. Asevera que la era genómica actual está matizada más por intereses financieros que por el interés en la salud pública. Agrega que se ha “entronizado” a la genética en el imaginario social al punto de considerarse a una persona sana “como un enfermo que no sabe que está enfermo”, por los genes de predisposición.

Desde el prólogo escrito por la presidenta de las Abuelas de la Plaza de Mayo, Estela De Carlotto, el libro cautiva y sus páginas descubren tanto atrocidades como bondades del uso de la genética que, como todas las ciencias, no es neutra. La genética que debe mejorar la vida ha servido también a la discriminación, al holocausto judío, al apartheid, a leyes antimigratorias, a la descalificación de enfermos y pueblos, al negocio de genes, al engaño del “horóscopo genético” por el cual el determinismo biológico pretende marcar la historia de los individuos olvidando las realidades sociales de pobreza, injusticia, inequidad, y tratando de validar la existencia de genes mejores o peores y la heredabilidad de las “mejores familias”.

Con su visión social de la relación entre genes y ambiente, Penchaszadeh concluye: “Si me dieran a elegir entre el azar de la genética y el nacer en una buena cuna, elegiría lo segundo. La buena cuna te asegura cierto mejor pasar que la mejor genética”.

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