“Hoy en día ya no se puede tener galantería, no se les puede decir nada a las mujeres, ni hacer una broma, ni tocar, por todo se ofenden”.
Bueno, vamos a diferenciar el consentimiento libre y voluntario, ese que no tiene coerción, ni intimidación, de la falta de consentimiento —NO, ¡NO QUIERO!, ¡NO PEDI!— y de “hacernos las giles” por miedo a perder un trabajo, una relación, una Amistad o simplemente miedo.
Para hacer este articulo didáctico, haremos un ejercicio: piense en su coquetería y dígame si su concepto de galantería, o su acción coqueta cuadra con la siguiente definición: “Cualquier comportamiento, verbal o físico, de naturaleza sexual que tenga el propósito o produzca el efecto de atentar contra la dignidad de una persona, en particular cuando se crea un entorno intimidatorio, degradante, humillante u ofensivo”. Si su respuesta fue sí, le comento que acaba de leer la definición de ACOSO SEXUAL.
Vamos nuevamente con ejemplos, ya que el acoso parece un fantasma en todas partes:
Acoso verbal: Comentarios morbosos, chistes sexuales, frases de doble sentido, lanzar piropos del tipo ”qué bien se ve tu falda”.
Acoso físico: Tocarte, “robar” besos, acorralar en los pasillos.
Acoso visual: Miradas morbosas sexuales, diseccionadas a órganos genitales.
Acoso virtual: Mensajes y fotografías sexuales.
Señores a ustedes no solo no “les galantean”, sino que la existencia de una relación de poder, les permite creer que deben “probar” su FALSA idea de masculinidad y esto NUNCA debió ser normal. Pero para nuestra suerte, hoy ya no nos quedamos calladas, pese a que hablar tiene un costo muy alto, empezando por las frases:
“Eso nadie te va a creer, cómo permitiste, te van a botar, te vas a quedar con el estigma de por vida”. O el famoso: “para eso esta la justicia, denuncia”
Como si el sistema judicial sirviera para algo. En Ecuador se registran AL DÍA un promedio de 42 DENUNCIAS POR VIOLACIÓN, ABUSO Y ACOSO SEXUAL A NIÑAS Y MUJERES, de las cuales ni la mitad llegan a resolverse.
El acoso es real, por eso campañas como Mi Primer Acoso, Me Too, etc, permiten que entendamos que esto nos pasa a TODAS, y sí, esto implica que la compañera a la que tu jefe acosa y tu ríes en complicidad, vive lo mismo que vive tu hermana, tu pareja, tu madre, tu amiga, o tu hija ante la complicidad de otro que hace exactamente lo que estás haciendo tú; lo cual te hace un miserable, un cobarde y un cómplice.
No todos los hombres son así, pero sí a todas las mujeres nos han acosado por lo menos una vez en la vida. Por eso ya es hora de pensar, ¿cómo hacemos para re pensar nuestras masculinidades? ¿Cómo evito reproducir estereotipos nocivos? ¿Cómo trabajo en que mis pares y yo dejemos de ejercer violencia? Si siente que entonces no puede hacer nada, no lo haga así estaremos más tranquilos. Usted y nosotras.
