La Iglesia Católica, organización que lleva el estigma de la pederastia y el lavado de activos, tiene nuevo líder. Ni la frase que da inicio a este párrafo ni alguna similar se vio entre los principales titulares publicados por la prensa sobre la investidura del Papa Francisco. Los perfiles del nuevo Sumo Pontífice que aparecieron en los minutos posteriores a hacerse pública su identidad, no hacían referencia a las serias acusaciones de colaboración en casos de desaparición forzada durante la última dictadura argentina, ni al hecho de que Bergoglio promovió la intolerancia a la diversidad.
Al menos cinco diarios digitales, entre ellos El País de España, publicaron perfiles del nuevo Papa cuyos títulos resaltan su afición al deporte, su amor por el tango y su modestia. Esto refleja las cosas simples que la comunidad quiere ver en lo relacionado con su fe: seguramente nadie quiere oír malas referencias de un nuevo líder en su primer día, aunque existan. Quizás adaptándose a este fenómeno, la prensa no inició indagando en lo relevante, como por ejemplo, ¿qué hizo Bergoglio como líder cristiano durante la dictadura, para enfrentar los crímenes de Estado? ¿Colaboró o no con el secuestro de personas?
Sin embargo, diario El País sí tiene la tendencia de incluir acusaciones en sus títulos, si hablamos del área política, por ejemplo. Cuando Hugo Chávez falleció, pronto aparecieron columnas de opinión con títulos como “Human Rights Watch recuerda el legado autoritario de Chávez”. ¿Por qué no crear títulos con las graves acusaciones hacia el flamante Papa también?
Leí referencias a una publicación de la revista América Economía como “prudente”, al no tocar los temas de la dictadura. ¿Es necesario pasar por alto temas de tal relevancia en favor de la conciliación? Quizás esa lógica llevó al presidente argentino Raúl Alfonsín en 1986 a promulgar la llamada Ley de punto final, que tenía por objetivo absolver a acusados de desaparición forzada.
La comunicación entendida como un servicio a la comunidad no se puede adaptar a una norma indiferente, es indispensable que la prensa sustente el progreso social, ofreciendo nuevas perspectivas.
Los espacios informativos requieren contextualizar e indagar en hechos relevantes para la comunidad. Es lamentable entonces que una buena parte de la prensa informe en primera instancia sobre el equipo de fútbol preferido del nuevo sucesor de Pedro. La complacencia con aquello que el público quiere ver y creer es una forma de empatar con lo reaccionario. ¿No somos culpables nosotros mismos en diferentes ámbitos de ver las cosas como queremos verlas y no como son? ¿De preferir lo simple por no enfrentar lo complicado? Esto es sin duda la base del maniqueísmo en cualquier tendencia.
No hay duda de que los sueños de los creyentes son indispensables en la construcción de nuestra sociedad y dignos de otra clase de espacios aquellos que manifiestan nuestra cultura popular.