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El Telégrafo

Freedom House, o el estado de las cosas

03 de mayo de 2013

Según David Harvey, en su “Breve Historia del Neoliberalismo”,“los 247 editores supuestamente independientes de los periódicos que posee Rupert Murdoch por todo el mundo apoyaron, sin excepción, la invasión de Irak”. Supongo que en el Ecuador necesitamos más de eso para salir de esa oscura sección de países donde la prensa es solo “parcialmente libre” de la lista de Freedom House. Aunque, mirando a nuestro alrededor, entre la prensa independiente, dependiente y sus anexos, creo que no estamos muy distantes.

Lo que no podemos poner en tela de duda es la objetividad de Freedom House. Así lo exige Diego Cornejo. Freedom House es una organización fundada en Estados Unidos, establecida en Estados Unidos, financiada por el Gobierno de Estados Unidos y que ha servido para promover los intereses de los Estados Unidos, el más reciente es Irán, según el Financial Times. Con esto no quiero decir que por acá la cosa sea una panacea de la democracia, pero sí es importante recordar que si en la prensa estamos para cuestionar el statu quo, pues que se lo haga en su amplitud, y no solo cuando nos convenga.

Sin dejar de lado el cinismo que significa publicar en primera plana un titular sobre las limitaciones de la libertad de expresión en el país, esto fue seguido por el pedido de “protección” a tres periodistas ecuatorianos por parte del Departamento de Estado de los Estados Unidos. Así lo publicaron El Comercio, El Universo, El Hoy, La Hora, La República. Pero escuchando lo que dice el vocero del Departamento de Estado, solo es una mención sobre “el clima de autocensura” que se vive en el país y un llamado al Gobierno Nacional para garantizar el ejercicio de la labor “sin miedo o amenaza”.

No habla ni de persecuciones ni de amenazas, como adornan la noticia nuestros embajadores de la libertad de prensa. Tanta importancia debe dar los Estados Unidos a este tema, que incluso confundieron el trabajo que desempeñan Miguel Rivadeneira y Martín Pallares (el mismo que se paró frente a un cuadro de Jackson Pollock y lo rechazó aduciendo que hasta un niño podría hacerlo).

Al final, creo que todavía cuesta entender la diferencia entre limitar la libertad de prensa y cuestionar el poder establecido. Entre cuestionar el poder del Estado y el  cuestionar cualquier poder omnímodo, más aún si este es adquirido por el grosor de la billetera.

No nos engañemos, hay todavía muchos problemas por resolver. Lo importante es resolverlos todos para cambiar, y no cambiar los que nos incomodan para que todo siga igual.

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