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El Telégrafo

Francisco y el aborto, un tema en debate crítico

20 de octubre de 2013

La entrevista concedida por el papa Francisco a La Civiltà Cattolica, el pasado 19 de agosto, dejó sobre el tapete varios temas referidos a la mujer. De paso habló del aborto y del uso de anticonceptivos, pero también de un “machismo con faldas” y de trabajar por una “teología de la mujer”:

“No podemos seguir insistiendo solo en cuestiones referentes al aborto, al matrimonio homosexual o al uso de anticonceptivos. Es imposible. Yo no he hablado mucho de estas cuestiones y por ello he recibido reproches. Pero si se habla de estas cosas hay que hacerlo en un contexto. Por lo demás, ya conocemos la opinión de la Iglesia y yo soy hijo de la Iglesia, pero no es necesario estar hablando de estas cosas sin cesar”.

Previamente hizo una reflexión que motiva el párrafo anterior: “Estoy pensando en la situación de una mujer que tiene a sus espaldas el fracaso de un matrimonio en el que se dio también un aborto”. Y lo dijo para referirse a que el confesionario no puede ser un cuarto de tortura sino un lugar de misericordia.

Sobre lo primero: ¿El Papa prefiere el silencio para no ahondar sobre  un tema que ya rebasa a la religión y compromete otros aspectos de índole absolutamente íntima? ¿Ha recibido reproches de parte de quién? Pero cuando habla de contexto, ¿no deja abierta la posibilidad de una gran discusión en cada situación concreta, país, cultura o marco jurídico?

No se trata de penalizar una decisión extrema a partir de un acto violento, sino de mirar qué ocurre con la mujer que lo decide así, desde su soberaníaComo representante de la institución más grande y antigua, Francisco ha colocado una sugerencia: hablar de estos temas con menos religiosidad. Entonces, también coloca el papel de la mujer en la sociedad y en la misma Iglesia católica y desde ahí sugiere una discusión social y política por la larga exclusión en una institución donde la Virgen María ocupa un rol fundamental, no secundario, en la misma construcción de la religiosidad.

Por eso plantea que se elabore una “teología de la mujer” y con ello propone un debate rico, profundo y hasta complejo del rol del sector femenino de la humanidad con respecto a todos los asuntos del pensamiento, la justicia, el derecho y la toma de decisiones. No solo porque Francisco lo diga, quizá ahora él responde a una corriente interna y externa de la Iglesia donde las mujeres han propuesto otras formas de relación y de entendimiento de su situación, sin distanciarse de la matriz cultural de la misma religión.

No olvidemos que algunas religiones tienen como matriz de su concepción a una mujer y alrededor de lo que ella significa se marcan sus postulados, dogmas y prácticas. En esas culturas y religiones está -sobre todo- un factor de fondo: la vida. Y la vida como una “sustancia” para asumirse como mujer desde sus propias decisiones y convicciones, lo que desnuda los machismos de todo tipo.

Y como el Sumo Pontífice ha dicho, una decisión sobre esto debe tomar tiempo: “La sabiduría del discernimiento nos libra de la necesaria ambigüedad de la vida y hace que encontremos los medios oportunos, que no siempre se identificarán con lo que parece grande y fuerte”.

En estos días que Ecuador reflexiona sobre el aborto, más allá del Código Penal, a partir de concepciones y visiones religiosas, no estaría mal ampliar esa reflexión desde esas miradas y propuestas del mismo papa Francisco, para ser crítico con  lo que ha sido una tradición. No se trata de penalizar una decisión extrema a partir de un acto violento, sino de mirar qué ocurre con la mujer que lo decide así, desde su absoluta soberanía.

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