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Ecuador, 29 de Septiembre de 2024
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El Telégrafo

Forja de descomposición

29 de noviembre de 2013

Algo parecido a un regreso al principio, a un reencuentro con esos retazos existenciales, que creíamos superados con el advenimiento del ‘cambio de época’ y que en el extravío de la memoria ciudadana evocábamos como acciones repugnantes del pasado reciente, con pena, con mucha pena debemos admitir,
siguen estando y coexisten en la Comisión de Tránsito del Guayas.

El diario EL TELÉGRAFO, en su edición del viernes 22 de noviembre del presente año, narra con toda propiedad las denuncias que sobre presuntos delitos de cohecho pesan sobre algunos miembros de la entidad encargada del tráfago en la ciudad y en la provincia; de igual manera, la respuesta que entrega el jefe de los vigilantes, en relación a estas supuestas faltas de los servidores de esa institución responsable del tráfico vehicular y peatonal de la población.

El periódico en mención solo reitera lo que es vox pópuli en la urbe, unos cuantos de los nuevos elementos  de ese organismo para el control de la circulación, premunidos de elegantes uniformes que no se compadecen con su actitud abusiva con los habitantes, son causantes del desprestigio de la organización que, en teoría, renacía de sus escombros pletóricos de corrupción a una nueva senda de respetabilidad social, pero que con las acciones nefandas, seguramente de una pequeña parte de sus componentes, posibilitan  sentir y pensar que su  recuperación será lenta y difícil.

Es obvio, además, que la incorporación al presente vital de la Revolución Ciudadana de personas y corporaciones debe darse en el marco de  la ética  del servicio, como lo exige nuestro presidente Correa, con calidad y calidez, y por tanto, el pensamiento miserable de servirse, en lugar de asistir al ciudadano, no corresponde y  no debe ser aceptado. Y es que al estar inmersos en los viejos esquemas de reprimir antes que orientar, de multar en lugar de instruir, y de convertirse en jueces y ejecutores, estos funcionarios generan el caldo de cultivo de envilecimiento institucional junto a la circunstancia inaceptable de que sean sus propias estructuras -donde prima el espíritu de cuerpo- las que investiguen actos corruptos y excesos de sus integrantes. Situación lejanamente parecida a la acontecida después del 30-S, donde fue la propia Policía la que indagó la rebelión.

En consecuencia, la indefensión a la que podemos estar expuestos los que vivimos y trabajamos en Guayaquil, frente a la ilegalidad de unos pocos agentes de tránsito, es real y debe ser denunciada con pensamiento creador y justiciero, sin desmesura, pero con coraje y verdad.

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