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El Telégrafo

Final con simpatías divididas

14 de julio de 2012

La final de Wimbledon que disputaron Roger Federer y Andy Murray el domingo pasado, sin duda alguna cumplió las expectativas de todos los fanáticos del tenis, el público británico tenía sus simpatías divididas, por un lado mantenía la esperanza de un triunfo de Murray, para que rompiera la racha de casi 76 años sin títulos, desde que Fred Perry se coronara campeón en 1936. Andy se convertía en el primer finalista local desde Henry “Bunny” Austin en 1938.

Sin embargo, una gran parte también se volcaba hacia el suizo, que cuenta con una legión de admiradores en cualquier rincón del planeta y con sus 6 coronas en el All England Lawn Tennis Club estaba a una sola de igualar el récord histórico compartido por William Renshaw, campeón de finales del siglo XIX; y Pete Sampras.

El tenis que se jugó en la final fue del más alto nivel, Murray ganó el primer set 6- 4 y contó con algunas opciones de quebrar el servicio de Roger en el segundo set, tuvo dos puntos de quiebre cuando estaban cuatro iguales y no los pudo concretar. Federer tuvo su gran oportunidad cuando el escocés sacó 5-6, 30-40 y la resolvió de forma brillante con una sutil volea de revés, después de un intercambio de 20 pelotas.

El partido estaba igualado a un set y la lluvia comenzó a caer al comenzar el tercer set, los jugadores se retiraron a los vestuarios  y el juez árbitro Andrew Jarrett tomó la decisión de cerrar el techo, tal como había sucedido en la semifinal de Federer contra Djokovic.

Al igual de lo que aconteció en ese partido, el juego de Federer pareció subir a un nivel todavía superior, su servicio ganó en precisión e incluso en velocidad al no tener que lidiar con factores externos como el Sol, el viento..., su forehand hacía cada vez más daño y su revés sacaba de ritmo a Murray con las constantes variaciones, además de  combinaciones de slice y top spin.

Además, Murray empezaba a sentir el hecho de no haber podido conseguir la ventaja de dos sets a cero, a dudar, a ceder la iniciativa, posiblemente a pensar que ya había perdido tres finales de Grand Slam en su carrera; dos frente al jugador que tenía al otro lado de la red.

Roger se mantuvo en control del ritmo del partido, apoyándose mucho en su servicio, que le permitió ganar muchos puntos directos, especialmente con los saques abiertos, tanto al lado de los puntos pares, como al lado de los impares, así como también alternando entre sacar y subir a la red, o esperar la devolución corta para buscar siempre su golpe de derecha y tomar el control del punto.

De esta manera el suizo se llevó el tercer set por 6-3 y el cuarto por 6-4, igualando la marca de Pete Sampras, el cual fue su modelo a seguir en sus inicios de carrera, pero al que hoy le ha quitado prácticamente todos los récords que ostentaba.

Es que con su triunfo en Londres su decimoséptimo trofeo de Grand Slam, Roger igualó también este lunes la marca  de Pete de 286 semanas como # 1 del ranking ATP y pasado mañana, cuando salga el nuevo ranking, Roger Federer será el nuevo recordista con 287 semanas en la cima, cifra que se acrecentará, ya que nadie podrá desplazar al gran Roger por lo menos hasta después de terminados los Juegos Olímpicos.

Federer se adueñó nuevamente de la cumbre más alta del tenis mundial cuando está por cumplir 31 años el mes de agosto, tras dos años de ver desde abajo a Nadal y a Djokovic, cuando muchos creían -o creíamos- que no volvería a ocupar ese sitial.

Sin duda que se lo ha ganado con creces, pues, además de su brillante carrera, su tenis extraordinario, su genialidad, su incomparable talento para este deporte. Hay que destacar su consistencia, su regularidad, su increíble fortaleza mental para mantenerse motivado, con ganas de seguir entrenando, compitiendo y mejorando tras una década de ganar prácticamente todo lo que era posible ganar, con millones y millones de dólares en sus cuentas bancarias.

Cuando tal vez lo más fácil para él sería retirarse a disfrutar sus logros, a descansar con su esposa e hijas, a estas alturas de su carrera él ya no juega por el dinero, juega porque verdaderamente ama, disfruta el tenis, pues aún conserva intacta su hambre de gloria.

Por la forma en que golpea la pelota y se mueve en la cancha, Roger nos crea la ilusión óptica de que el tenis es un deporte sencillo. Hay personas que piensan que tal vez no necesita entrenar mucho, pero nada más lejos de la realidad, para rozar la perfección, como lo hace el suizo en muchas ocasiones, se necesitan horas de trabajo en cancha, en el gimnasio, en la pista atlética, sesiones de fisioterapia, masajes, nutrición adecuada y “Fed” tiene un equipo de trabajo excelente que se ocupa de todos esos aspectos, comenzando con su entrenador Paul Annacone, quien trabajó con Pete Sampras durante la mayor parte de su carrera.

Paul tiene dos años trabajando con Roger y se nota su marca en el juego del campeón de Wimbledon, especialmente en sus subidas cada vez más frecuentes a la red, táctica que estoy seguro que empleará cada vez más seguido, sobre todo ahora que pasa los 30 años de edad, buscando reducir la duración de los peloteos y el desgaste físico. Pienso que la personalidad de Annacone le da la tranquilidad necesaria a Roger, el americano es un tipo calmado, sereno, al que no le gusta mucho la atención de los medios ni del público, un gran profesional, que prefiere pasar desapercibido y dedicarse exclusivamente a su trabajo.

Partes vitales de su equipo son también Severine Luthier, capitán de Copa Davis de Suiza, quien acompaña a Roger desde 2008; su preparador físico Pierre Paganini y su fisioterapeuta Stephane Vivier, quien trabajó con la ATP y está a tiempo completo con el suizo desde 2009.

Una persona a la que tal vez no se le da el crédito suficiente es a su esposa Mirka Vavrinec, pero definitivamente es una de las claves para que Roger pueda tener la tranquilidad necesaria para entrenar y competir sin preocupaciones,  el haber sido ella también jugadora de tenis profesional es un valor agregado, pues sabe las necesidades de un deportista de alta competencia.

En un par de semanas volveremos a ver en acción a este fenómeno del tenis, en los Juegos Olímpicos, en busca del único título importante que le falta a nivel individual, pues ya tiene una medalla de oro olímpica en dobles. El escenario no podría ser el más apto para conseguirlo, el césped del All England Club, casi una segunda casa para él.

¿Qué pasaría en caso de que lo logre? Mucha gente habla de un retiro por todo lo alto. Yo personalmente pienso que tratará de seguir jugando y ganando mientras sus fuerzas se lo permitan. Ojalá que eso no sea pronto y que nos siga deleitando con su arte por unas temporadas más.

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