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El Telégrafo
Lucrecia Maldonado

Feriado, u otras tantas maneras de ser hombre

07 de mayo de 2014

Uno es un adolescente. Serio. Tímido. Tranquilo. Escribe poesía, dibuja, mira el mundo al revés desde la terraza de su edificio. Tal vez, como Federico García Lorca, se considera “un pulso herido que ronda las cosas del otro lado”. Se llama Juan Pablo (Juanpi). En las vacaciones del carnaval que coinciden con el feriado bancario conoce el amor de una manera particular.

Otros son los primos. Les gusta mofarse. Golpear. Hostigar. Así demuestran su masculinidad. Les parece raro que su primo escriba poesía en una libretita. Se burlan de su manera de ser porque no entra en el esquema del ‘macho’ al que se han acostumbrado. Cuando Juan Pablo se resiste a darles su secreto y a participar de sus juegos y agresiones, escapan de matarlo con sus agresiones.

Otro es el padre de los primos: hombre de negocios, un banquero. Forma parte de los protagonistas de la crisis bancaria que condujo finalmente al feriado, a la dolarización y a toda esa tragedia que nunca olvidaremos los ecuatorianos mayores de treinta años. Se escuda en una imagen prepotente al mismo tiempo con aires de víctima de las circunstancias. No tiene escrúpulos en celebrar una fiesta de carnaval mientras todo el país se derrumba.

Byron es un accesorista de autos. Roba por resentimiento, o al menos eso es lo que se da a entender. En la noche de la famosa fiesta de carnaval se pone a hacerlo y escapa de morir a golpes por parte de los tíos y primos de Juanpi.

El ‘Pichi’ es un hombre de pueblo, de campo. Sencillo. Alegre. Le gusta beber, bailar y divertirse. Goza de la vida tranquila y trabaja en una vulcanizadora. Amable siempre, sociable, bromista. Solidario con su gente y también con los extraños.

Otro más es un joven rockero, aficionado al heavy metal, también se llama Juan Pablo, pero a él le dicen Juano. Se conmueve con los poemas de Juanpi. Es fuerte y sensible, solidario y afectuoso. Sin embargo, su descubrimiento del amor, al mismo tiempo y casi de la misma forma de Juanpi, para él resulta perturbador.

Son las versiones de la masculinidad que presenta la película Feriado. Más allá de la historia del descubrimiento del amor, Feriado también es una profunda reflexión sobre las diversas maneras de ser hombre en nuestro tiempo y en nuestro espacio, un escenario y una época en donde la precariedad de las definiciones preestablecidas no deja un títere con cabeza.

Más allá de estereotipos, Feriado, de Diego Araujo, nos enseña que la masculinidad (como la feminidad) nunca tiene un solo rostro.

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