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El Telégrafo
Ximena Ortiz Crespo

¡Feliz vuelta a la normalidad!

26 de marzo de 2022

Parece que la crisis está llegando a su fin, pero es difícil imaginar una vuelta a la normalidad como la que teníamos en 2019. La pandemia cambió todo en nuestras vidas: cómo trabajábamos, comíamos, socializábamos, viajábamos. Hacer tantos cambios a la vez fue un desafío mental y emocional. A medida que la COVID-19 desaparezca y la vida pueda asemejarse a la de antes requeriremos de nuevo hacer ajustes a nuestros hábitos, tantos como lo hicimos al comienzo.

 

Las restricciones de quedarse en casa para evitar la propagación de COVID-19 afectaron la forma en que las personas trabajábamos, los hábitos de compra, de práctica de la religión, del ejercicio, de la preparación de los alimentos, del cuidado y educación de los niños, y por cierto, la capacidad de reunirse con familiares y amigos. Como resultado, la pandemia tuvo un gran impacto psicológico haciendo que las personas pierdan la sensación de seguridad, previsibilidad, libertad y seguridad. Así lo reflexionaba Deb Balzer al principio de la pandemia en su artículo “Duelo por el coronavirus: Enfrentando la pérdida de la rutina durante la pandemia”.

 

En los últimos dos años experimentamos una sensación de enorme temor e incertidumbre. Nos vimos obligados a permanecer encerrados resolviendo cada día según se iba presentando. Aprendimos a manejar nuestros tiempos y nos relajamos vistiendo ropa cómoda a pesar del gran nivel de estrés en las gestiones de la vida cotidiana, como la compra de alimentos, el (tele)trabajo, la obtención de citas médicas, tratando de descubrir siempre la mejor forma de desempeñar nuestras labores y buscando seguir con la vida normal.

 

Vimos cómo a nuestro alrededor había amigos y familiares que experimentaban “coronafobia”, ese miedo intenso a contraer el virus, ansiedad por estar aislados o temer por la pérdida de sus empleos. Todos nos volvimos “OC”, obsesivos compulsivos al limpiar y desinfectar todo con una intensidad nunca vista antes. Más grave todavía fue el impacto de la pandemia en la salud mental de las personas que se contagiaron y fueron hospitalizadas por COVID-19 y de aquellas que perdieron a un ser querido a causa de la enfermedad y continúan en estado de duelo o depresión.

 

El impacto de la pandemia de COVID-19 en la salud mental se ha podido medir en estudios recientes que demuestran un aumento en las tasas de trastorno por ansiedad, depresión, estrés postraumático y cambios en los patrones de sueño. Ni qué decir de las mujeres atemorizadas por el miedo a la violencia en sus propios hogares.

 

Sin embargo, ahora que volvemos a la normalidad, podemos alegrarnos con los resultados que citan los investigadores. Ellos aseguran que no somos los mismos que antes de la pandemia, que la mayoría tendremos la fuerza para recuperarnos y crecer como seres humanos. Los eventos y experiencias traumáticos pueden tener efectos positivos en las personas ya que soportar el dolor y el sufrimiento conduce al crecimiento personal: emergemos más fuertes después de pasar una crisis. Llaman a este fenómeno “crecimiento postraumático”, que significa crecer en la adversidad. Superar los traumas causados por la pandemia ha permitido desarrollar resiliencia, pues hemos sido capaces de manejar situaciones extremas. Hemos aprendido a ser más fuertes y tenemos mayor aprecio por el valor de nuestra propia vida, mayor afecto por los amigos y la familia, hemos hecho un cambio en las prioridades, e inclusive hemos desarrollado gusto por las cosas cotidianas, como arreglar nuestras casas, cultivar plantas en macetas, estar al aire libre o conectarnos con las personas queridas.

 

Entre los cambios socioculturales que hemos experimentado –con los que manejaremos nuestro futuro pospandemia– están el que apreciamos más el tiempo y los beneficios de reducir la velocidad de nuestro accionar; prestamos mayor atención a los ancianos; buscamos compartir el trabajo doméstico; estamos agradecidos por las personas valientes y solidarias que nos cuidaron, y hemos desarrollado una sensibilidad especial por ayudar a quienes experimentan dolor o pérdidas.

 

¿Y cómo tomaremos la vuelta a la normalidad? La mayoría de las personas “estarán entusiasmadas de poder ingresar a la vida posterior a la pandemia”, dice Steven Taylor, el autor de La psicología de las pandemias: Preparándonos para el próximo brote de una enfermedad infecciosa global. El autor dice que presenciaremos una gama de reacciones, desde la hipersociabilidad hasta la agorafobia, a medida que las personas reanuden su vida normal. Cada uno se adaptará a su manera al nuevo ritmo de las cosas. Lo importante será experimentar el regocijo de volver a la vida, a la bulla, al compartir, al viajar, al estar cerca de los seres queridos. Esta vuelta a la vida “normal” es una oportunidad maravillosa de experimentar lo que significa empezar de nuevo. Por eso: ¡Feliz vuelta a la normalidad!

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