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El Telégrafo

Faltan guías de turismo

17 de junio de 2012

El turismo interno es una actividad económica que crece debido a mejores carreteras, más automóviles y  la necesidad de los ecuatorianos por conocer su país. La oferta que más atrae es el turismo de aventura o de adrenalina o de riesgo, no existen conceptos ni leyes que diriman con precisión dónde termina lo uno y empieza lo otro, solo llama la atención cuando se dan las tragedias.

Y es que, dada nuestra geografía, es realmente fácil lanzar una cable de acero encima de un abismo y montar un “canopy” sin elementales normas de seguridad, tampoco nadie supervisa los equipos ni existe homologación en técnicas, de hecho cualquier persona que tiene una cascada en su hacienda oferta “canyoning” y en los ríos donde se practica “rafting” buena parte de los guías de agua no tiene acreditaciones que legalicen su actividad.

Incluso en las universidades, los flamantes ingenieros en turismo, que se gradúan en abundancia, no han hecho cursos de los mal llamados “deportes  extremos”, a pesar de que en su vida profesional estos van a ser una constante y muchos de ellos vivirán de estas actividades.

Cada vez en el país se realizan más actividades en las que la guianza es fundamental para la seguridad, para compartir conocimiento y, sobre todo, para tener una experiencia agradable. Pero la mayoría de quienes hacen guianza no tiene ningún tipo de aval, y los pocos que lo tienen no consiguen trabajo, pues cobran lo correcto y los touroperadores o los dueños del sitio prefieren contratar guías piratas que por la comida y unos pocos dólares regalan su trabajo, o ven en la guianza una forma fácil de ligar con turistas. No se descarta quienes en la guianza tienen la única opción de trabajo, al margen de las leyes existentes, pero trabajo al fin.

Abundan también los extranjeros que trabajan como guías en nuestro país, al margen de toda ley, lo cual tiene sus ventajas: no tributan, cobran lo que les viene en gana y son los que reciben jugosas propinas de hoteles y restaurantes donde ellos llevan a sus turistas. A algunos les va tan bien trabajando al margen de la ley que ya tienen sus propios hoteles, también ilegales.

El turismo seguirá creciendo, pero sin regulaciones, controles y sanciones, la cotización está llegando y su principal síntoma son los “enganchadores” que abordan al turista y le convencen de ir a malos hoteles y pésimos touroperadores.

Realmente hacen falta guías capacitados, enmarcados en la ley, que sustenten un sistema de vigilancia del quehacer turístico en coordinación con las entidades respectivas.

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