El momento que un extranjero ingresa en un mercado de cualquier ciudad de nuestro país, compra, paga e ingiere una banana, técnicamente se hizo una exportación directa y hubo un ingreso de divisas, pero se evitaron los gastos de embalaje, transporte, desaduanización y un sinfín de requisitos que exigen las exportaciones convencionales. El turismo es la forma más básica de exportación.
Ahora es cuando más turistas requerimos y el país está en gran medida preparado para recibirlos, dado que el Estado prioriza los esfuerzos públicos enfocados a aumentar la seguridad, calidad, conectividad, destinos y promoción, acciones con beneficios transversales al resto de la sociedad, que evidentemente favorecen al sector turístico, tanto como a los demás sectores económicos.
Uno de los faltantes es que no existe un evento canalizado por el Estado como punto de encuentro de los servidores turísticos nacionales, para mostrar nuestra oferta a compradores internacionales ‘certificados’, que sirva para formar redes de mercadeo internas, intercambio de experiencias, alianzas intrarregionales, capacitación en últimas tendencias de los mercados y para mostrar al turista nacional las nuevas opciones que se tienen en otras ciudades, además de en Quito, Guayaquil y Cuenca. Y una web no llena estos vacíos.
En el sector privado, donde se da el 90% del accionar turístico, se crean las nuevas fuentes de empleo, se dan las iniciativas que buscan empalmarse con el cambio de la matriz productiva, se está dando un incremento permanente de tasas, impuestos y requisitos, empezando por las patentes municipales que cada nuevo alcalde tiene el especial cuidado de aumentarlas con severidad, amparados en el criterio de que el turismo atraviesa un gran momento, lo cual es cierto para quienes trabajan con turistas extranjeros, pero estos viajeros no es que visitan todo Ecuador.
El resto de prestadores turísticos debe vivir del turismo nacional, donde la competencia es muy alta y se evidencia la falta de incentivos y atención oportuna, como los créditos del BNF, cuyos trámites son largos y las decisiones se toman en Quito, así que un nuevo proyecto turístico de provincia tiene pocas opciones.
A los tres impuestos o tasas por derechos de autor que ya tiene la planta turística nacional, ahora aparece un nuevo requisito, que todo negocio turístico debe tener registrado su nombre en el IEPI. He visto no menos de 50 restaurantes con el nombre ‘El Manaba’, nombre que quedaría con el que lo registre primero, los demás 49 deberán cambiarlo. Mucho cuidado, es un gran negocio registrar nombres ajenos, para que cuando haya una diligencia o exigencia legal -como en este caso- sabrán que su nombre ya tiene dueño y deben cambiar de nombre -lo cual es demasiado costoso- o recomprarlo a precios muy altos. Igual que en internet, si compro su dominio terminado en .ec y más tarde requiere terminado en .com, pagará varios miles de dólares.
Para que lleguen más turistas, más divisas y exportemos más, son necesarios más acuerdos, encuentros y diálogos entre el sector gubernamental y la planta turística privada, que a la final es la que tiende la cama y prepara la comida. (O)