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El Telégrafo

Experiencia y conciencia

11 de abril de 2013

Muchos tropiezos en nuestra vida son producto de la inexperiencia y por ende de la falta de conciencia. El paso de los años nos da la medida para mejorar nuestra calidad espiritual y rodearnos de lo más conveniente para crear nuestra conciencia.
Las relaciones interpersonales son una herramienta para la evolución espiritual, cuya única meta es la verdadera conciencia de hacer lo más apropiado para una vida armoniosa con los demás. Todos somos parte de una misma conciencia universal y avanzamos cuando reconocemos esa conexión en nuestra vida cotidiana. Con la experiencia de las relaciones interpersonales alcanzamos esa conciencia, porque siempre estamos envueltos en una red de relaciones que mantenemos con nuestros padres, hijos, parientes, amigos y compañeros de trabajo.

La experiencia ayuda a reconocer la importancia del factor humano. Los hombres y mujeres más exitosos tanto en el campo laboral como personal suelen tener una intuición y sensibilidad profundas que los ayudan a entender las diversas y polifacéticas personalidades de quienes conforman su equipo de trabajo. Sea desde un puesto directivo o como simple empleado de una empresa, saben dar lugar y espacio a la multiplicidad de estilos del personal con el que trabajan, centrándose no únicamente en tolerar las diferencias, sino también en disfrutarlas, saber qué pedir y a quién, y cómo motivar a todos.

Cuando reconocemos que podemos vernos en los demás, cada relación se convierte en un instrumento para la evolución de nuestra conciencia social.
Ni por asomo se me ocurriría menospreciar los atributos que la juventud puede proporcionar a las instituciones, como son: la flexibilidad, el menor rechazo al cambio, el entusiasmo por la innovación y la capacidad creativa, que son necesarios para el ritmo acelerado del nuevo milenio. Pero también creo que la experiencia combinada con la juventud es altamente productiva y deja excelentes resultados. Una persona experimentada es capaz de reconocer a otro ser humano con experiencia, y como ya sabemos que no hay cursos para aprender a ser sabio, el conocer a alguien que lo es nos impulsa a querer conservarlo cerca de nosotros.

Combinar eficazmente juventud y madurez puede acercarnos al éxito. Las personas con experiencia resultan excelentes mentores de las nuevas generaciones, porque las retroalimentan con sus vivencias. También pueden ser útiles como guías por su profundidad y amplitud de visión, dominio de la metodología, capacidad de crítica constructiva y pensamiento sistémico. Los hombres y mujeres experimentados son tan esenciales para los grupos humanos como los jóvenes llenos de ímpetu, complementándose adecuadamente. Vale recordar la frase del filósofo Francis Bacon: “Nada se sabe bien sino por medio de la experiencia”.

En definitiva, hay que darse la oportunidad de aceptar la paradoja de la coexistencia de valores opuestos y así descubrir una nueva faceta más consciente de nosotros mismos.

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