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El Telégrafo
Fabrizio Reyes De Luca

Evitar el desangre en Venezuela

27 de marzo de 2014

El escenario de violencia política que sufre Venezuela es causal principal del acelerado deterioro económico, matizado por un incontrolable nivel de inflación, desabastecimiento, devaluación monetaria y volatilidad cambiaria, por lo que da la impresión de que los actores de esa confrontación no desean que quede piedra sobre piedra.

La inflación acumulada sobrepasa el 50%, la escasez, la carestía de alimentos y bienes esenciales se agravan por una sórdida especulación, en tanto que las líneas aéreas reducen el número de asientos y frecuencias de viaje por retrasos en el pago de divisas.

Aunque la oposición exhibe el discurso del diálogo, estimula las manifestaciones públicas y enfrentamientos con las autoridades, con un saldo de 34 muertos y decenas de heridos, al momento de escribir estas líneas.

También se censura que el gobierno del presidente Nicolás Maduro no haya hecho más por procurar el advenimiento de un acuerdo político para la gobernabilidad del país.

Maduro amenazó con desalojar por la fuerza a los grupos que bloquean calles y avenidas en los sectores de clase media alta en Caracas y otras metrópolis venezolanas, por lo que se prevé que la violencia se agudice en los próximos días. El gobierno de Obama interviene cada vez con mayor desenfado en la situación venezolana, al punto de advertir que no descarta ninguna opción, incluida la de imponer sanciones económicas a esa nación, cuyas autoridades culpan a Washington por la crisis que los abate.

Lo cierto es que la patria de Bolívar parece estar en la antesala de un mayor desangre, sustentado básicamente en el falso criterio de influyentes sectores internos y externos, de que los días de Maduro y del chavismo estarían contados.

El excandidato presidencial Henrique Capriles ha proclamado que la gestión del presidente Maduro “no aguanta hasta 2019”, cuando expira su mandato constitucional, claro indicio de que la consigna que alienta la oposición es la de intentar precipitar la caída del Gobierno, aunque sus líderes dicen estar dispuestos a iniciar un diálogo político “sincero, honesto y transparente”.

El caos social que vive esa nación hermana, que se proyecta hacia el exterior, desdice de algún modo el esquema de estabilidad democrática que impera en nuestra región. Hay quienes creen que Maduro se ha dejado desbordar por una problemática, sin haber logrado un consenso mínimo con sectores de la oposición para solucionar la crisis.

Pero la moneda no tiene una sola cara, hay quienes sostienen que existe una oposición teatral, que sigue un guión instigador y poco sereno. Venezuela nos duele como pueblo, con una tradición de hermandad con los ecuatorianos, como pocas naciones del mundo.

América Latina tiene la urgente misión, obligación moral y diplomática de participar activamente en la búsqueda de una salida política a la crisis venezolana, que garantice el orden institucional, devuelva la paz social, restablezca el estado de derecho y evite un mayor derramamiento de sangre.

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