Publicidad

Ecuador, 24 de Septiembre de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo

Evita, después de 60 años (1)

25 de septiembre de 2012

Los pasajes dolorosos de su origen y su infancia definieron de forma indeleble su vida adulta y sus acciones. Sin duda que aquellos hechos de humillaciones, marginación y claudicaciones forjaron el carácter indomable y la indeclinable decisión de superarse y destacarse en su comunidad logrando importantes posiciones. Como si hubiera tenido el oculto interés de demostrarles  su enorme valía y sus admirables cualidades, a aquellos que años atrás hirieron su dignidad. Así surgió una de las figuras femeninas más importantes y admiradas de Argentina, América y el mundo.

Aquella que cambió para bien la historia de su nación. Mujer extraordinaria, valiente y dueña de una inteligencia, sagacidad y perspicacia singulares, por su profunda sensibilidad social. Eva Duarte fue, además, figura poderosa de su tiempo, y tan amada por los trabajadores y los sectores más desposeídos de su pueblo, como odiada por los grupos acaudalados del país sureño en aquellos días, así como por la furiosa oposición al peronismo, de la que también formaban parte la Iglesia y el segmento más conservador del Ejército.

Y es que durante su infancia y parte de su adolescencia, las cosas no fueron nada fáciles para María Eva Duarte Ibarguren, que nació el 7 de mayo de 1919 en la ciudad de Junín, provincia de Buenos Aires, hasta donde había llegado su madre, Juana Ibarguren, desde la estancia en donde vivía con sus hijos cerca de la población de Los Toldos, preocupada por las dificultades de su parto, en busca de atención médica. Luego de su recuperación, doña Juana regresó  a su lugar de residencia, llevando en brazos a su recién nacida hija María Eva, quien fue inscrita en el Registro Civil de Junín. Eran los tiempos en que se trataba muy mal a los niños que nacían de padres que no habían contraído matrimonio, y a quienes se les extendían las partidas de nacimiento con tachas infamantes, como hijos adulterinos, sacrílegos, naturales, mánceres, etc., aunque manteniendo la diferencia entre hijos legítimos e ilegítimos. 

Juan Duarte, padre de Eva, era un hacendado e importante político conservador de Chivilcoy, ciudad cercana a Los Toldos. Pero como era costumbre en el campo entre los señores de clase alta, él mantenía dos hogares, el uno era el legítimo, con su esposa legal y sus 6 hijos; el otro ilegítimo, con Juana Ibarguren y sus  5 hijos, en su hacienda cercana a Los Toldos. Por supuesto que a este grupo familiar no lo protegía ningún derecho y por eso, cuando falleció Juan Duarte y la familia “ilegítima” en pleno quiso ingresar al lugar en donde lo velaban, la familia “legítima” la sacó a empellones, dentro de un escándalo de grandes proporciones.

Por entonces Eva tenía 6 años y muy poco había tratado a su padre. Sin embargo, jamás olvidó aquella terrible y pública humillación, así como la salida de la familia de la casa de la estancia que había sido de su progenitor y que desde aquellos momentos pasaba a ser de los miembros del otro hogar. Totalmente desprotegidos, Juana Ibarguren y sus 5 hijos pasaron a vivir entonces alquilando una modesta casa de Los Toldos. Eva María, la última de la familia, así como sus dos hermanos mayores -quienes se dedicaron a trabajar-, dejó de estudiar un tiempo por falta de recursos, pues los ingresos de su madre, que hacía algo de dinero en sus labores de costurera, no le alcanzaban para atender los gastos de la familia. Por eso, y porque las necesidades y humillaciones se multiplicaban, a los 15 años y sin haber terminado sus estudios secundarios, Eva decidió emigrar a Buenos Aires en donde se encontraba ya su hermano mayor.

Contenido externo patrocinado