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El Telégrafo

Europa despierta, la NSA te escucha

05 de noviembre de 2013

En el medio de la publicación de ulteriores detalles acerca del espionaje estadounidense y británico, la impotencia de los dos gobiernos crece de forma paralela a la rabia. No podría ser de otra manera: las revelaciones sobre las escuchas a líderes políticos “amigos” están poniendo en riesgo la arquitectura geopolítica sobre la cual han fundamentado su hegemonía, y las justificaciones -caída la gran excusa del terrorismo- se hacen cada vez más escasas. Esta vez, además, a diferencia de un primer momento en el cual la noticia de las interceptaciones no había causado prácticamente ningún tipo de reflexión seria en el Viejo Continente (véase el caso de Evo Morales), esta nueva ola de indiscreciones parecería estar creando un remezón de alcance más amplio, aun sin poner en duda el sistema de lealtades.

Edward Snowden ha avanzado la posibilidad de revelar ante el Bundestag alemán todo lo que sabe sobre las escuchas a Ángela Merkel y sus connacionales, a cambio del asilo político. No es muy probable que Merkel tome este paso, aunque varias personalidades alemanas lo han pedido abiertamente. En el caso de una negativa, se confirmaría la hipocresía, de la cual fueron precursores los brasileños, de mostrar indignación ante las revelaciones sin asumirse la responsabilidad de asilar a quien te puso en condición de saber. Hasta ahora, la posición de los varios países europeos involucrados ha sido de enfado en diferentes gradaciones, a excepción de Italia, que curiosamente ha recibido el secretario de Estado americano Kerry con la efusividad de siempre.

A pesar de esto, la desesperación angloamericana, aumentada por desconocer cuántas y cuáles informaciones más estarían en poder de los periodistas contactados por Snowden, está resultando en una agudización de la represión. En las últimas semanas, el socio menor del tándem, Gran Bretaña, ha tristemente estado a la vanguardia en este rubro. David Miranda, pareja del periodista Glenn Greenwald, a quien Snowden encargó los archivos de la NSA, ha sufrido una detención temporal y un interrogatorio bajo la sospecha de terrorismo mientras transitaba por un aeropuerto de Londres. De la misma manera, en un gesto sin antecedentes, el premier David Cameron ha enviado oficiales de la fuerza pública a compeler el periódico The Guardian a destruir el material filtrado en su posesión y ha mandado a una comisión parlamentaria para investigar si el mismo periódico ha perjudicado la seguridad nacional.

El amedrentamiento con el fin de censurar la libertad de expresión y barrer con el periodismo investigativo trae a colación las contradicciones últimas de la liberal-democracia, sobre todo en su versión anglosajona. Su aparente apertura hacia la pluralidad y su rostro benigno demuestran toda la ambigüedad en el momento en que se desvelan las relaciones de poder y las perversidades que acompañan el proyecto político liberal.

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