Publicidad

Ecuador, 01 de Octubre de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo
Oswaldo Ávila Figueroa, ex docente universitario

Euforia, libertad y pobreza

02 de agosto de 2014

Terminó la euforia por los festejos correspondientes al mes del ‘Guayaquileñismo’. El inicio del proceso de fundación de la gran urbe, el natalicio del Libertador de 5 naciones, el diálogo de los dos colosos de América, Simón Bolívar y José de San Martín; y el combate naval de Jambelí, hechos históricos registrados, coincidentemente, en julio y aprovechados para destacar a Guayaquil como gestora de la lucha por la independencia, acogedora y proyectada al progreso con el aporte de sus hijos.

No faltaron los patrioteros alineados en la oposición al régimen del Buen Vivir, que se sirvieron de los actos recordatorios de esos acontecimientos para apropiarse del sentimiento cívico de los habitantes y promover proselitismo político. Un dirigente local, con grito de vendedor, invocaba la rebeldía del guayaquileño para defender la libertad. Otro, desesperado, en su proclama, imploraba a los porteños a asumir la lucha por la libertad, tras llamar castrados a los políticos de la oposición por no integrarse a la contienda.

El término libertad lo utilizan como bandera para cautivar con el civismo y fustigar, supuestamente, a los enemigos del progreso de la urbe, en el fondo, con la intención regionalista y malsana de aislar la ciudad del concierto nacional. “La libertad es un vocablo de significación amplia que se convierte como una ilusión necesaria”, afirma Jorge Luis Borges. La principal acepción: “Es la facultad humana de determinar los propios actos”. Consta otra definición, menos generalizada: “Derecho de los ciudadanos de un Estado de hacer y decir cuanto no se oponga a las leyes vigentes”. Proclaman los políticos patrioteros que la libertad está amenazada por un gobierno autoritario.

Merece recordar e insistir que Guayaquil, como integrante de la patria Ecuador, por el aporte valioso de sus hijos para hacerla grande, compite con otras del continente. La liberación del tutelaje español ya es historia. Hemos entrado a la era de la nueva independencia sobre la base de un cambio estructural profundo en la economía como una política de Estado. Con el advenimiento del régimen de la Revolución Ciudadana se emprende un moderno proceso que va más allá de la libertad incompleta, ahora ampliada al ámbito social y económico, de acuerdo con los principios consagrados en el ideario del socialismo siglo XXI. Quedará atrás, definitivamente, esa libertad de los oligarcas, empresarios, dueños de medios, la derecha política y sus cómplices, utilizada para defender sus negocios e intereses de sus allegados.

Esa libertad, preconizada por la oligarquía en los momentos de euforia, no funciona en los sectores pobres, abandonados y que solo viven de la esperanza. La derecha defiende su libertad para no acatar leyes y atentar contra la unidad nacional a nombre de una malentendida autonomía. También para ocultar el enriquecimiento ilícito, el fraude y la explotación. La verdadera democracia y libertad se revelan en acciones para mejorar las condiciones de vida de los que no tienen nada.                                                                                    

Según su postulado, la Revolución Ciudadana gobierna en función de pueblo atendiendo sus demandas para dar paso a nuevas realidades en beneficio de los mayoritarios sectores sociales postergados por el neoliberalismo. Decía Emile Gerardin: “La libertad es como el movimiento, no se define, se demuestra”. El segundo mandatario Jorge Glas expresa: “El trabajo es el único camino para salir de la pobreza, hay que producir y, en esa perspectiva, acciona el régimen del Buen Vivir”.

Contenido externo patrocinado