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El Telégrafo

Ética para el Buen Vivir

08 de enero de 2014

Con mis estudiantes de la facultad de Ingeniería de la Universidad de Cuenca, asumimos el reto de pensar una nueva ética que empate con la filosofía constitucional del Buen Vivir; para esta tarea tomamos dos referencias: la Constitución de Montecristi y el texto del teólogo de la liberación, Leonardo Boff, Ética y Moral, donde aborda las bases críticas para la construcción de una conciencia planetaria.

Partimos del Buen Vivir como una propuesta integral de nueva sociedad, que articula los aspectos sociales, económicos, culturales y políticos, permitiendo a las personas y colectividades su realización plena y continuidad en un entorno social, democrático, solidario y ambientalmente saludable. Aquí el Sumak Kawsay andino (vida plena) cobra fuerza y sustento.

En correspondencia, la nueva ética no puede plantearse por fragmentos, por el contrario, debe ser un todo consistente y realista, que parte de una revolución individual, hacia una verdadera revolución social. Aquí, algunos de sus elementos integrantes:

Ética social y de convivencia: el respeto a los derechos humanos, a los derechos colectivos de pueblos y nacionalidades, derechos de minorías y de los otros que, desde nuestra visión, consideramos diferentes; la vivencia real y efectiva en una sociedad pluricultural.

Ética política: la transparencia como eje fundamental entre discurso y gestión; la responsabilidad con la sociedad en su presente y futuro; la solidaridad como norma para romper la brecha de inequidades; la rendición de cuentas programática y no propagandística; la creación y respeto de instituciones para el ejercicio de la plurinacionalidad; y el respeto supremo con el pacto constitucional establecido.

Ética ambiental: el cambio radical de nuestra actitud frente a la naturaleza y sus denominados recursos. El entendimiento de los ciclos de vida, su integridad e interacciones; el religamiento entre seres humanos y naturaleza como garantía de continuidad de la morada entera, que es única y de la cual somos esencia y materia. Asumir los derechos de la naturaleza y abandonar la depredación y el extractivismo es condición vital en la ruta del Buen Vivir; naturaleza finita y explotación infinita es insostenible.

Ética de la economía: fomentar la economía y producción propias orientadas a satisfacer solidaria y recíprocamente las necesidades internas en un justo intercambio rural-urbano; industrias limpias bajo responsabilidad social, ambiental y económica; nuevos patrones de consumo sustentados en necesidad y calidad.

Ética del conocimiento: el desarrollo de la ciencia y la tecnología, eficiente social y ambientalmente para responder a las crecientes necesidades humanas; crítica para develar las irracionalidades del sistema dominante y propositiva y movilizadora para ubicar alternativas, viables, sustentables y democráticas.    

Este conjunto de reflexiones iniciales sobre el paradigma del Buen Vivir y su ética significan un importante proceso en nuestra academia; será muy valioso si este ejercicio ciudadano se multiplica en todas las universidades para construir nuevos valores civilizatorios con la juventud y promoverlos en todos los espacios con convicción y tenacidad, solo así podremos romper el paradigma de conquista y poder imperante.

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