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El Telégrafo

Estrategias del disminuido poder mediático

01 de febrero de 2014

Ahora, de manera extraña, un diario ‘independiente’ abre sus páginas para revelar un caso de supuesto linchamiento mediático, figura practicada por los medios impresos privados y  duramente cuestionada cuando se la incluía en la Ley de Comunicación vigente. Respecto de la noticia sobre el financiamiento de un proyecto mediático en Ecuador, no se trata de una publicación reiterativa, sino de la ampliación de un hecho cierto, porque el caso lo exige y lo demanda. Un articulista de un diario comercial, a propósito de la recordación del séptimo aniversario de la Revolución Ciudadana al referirse a las entrevistas concedidas por Rafael Correa a varios canales de televisión, las calificó de complacientes para que el entrevistado demuestre su lucimiento.

La entrevista es un género que ayuda al periodista a conocer la versión de un personaje sobre un tema e intentar su ampliación, como recurso, para la formación de una correcta opinión pública. No es fácil su manejo, se requiere preparación y extensa cultura. El periodista no debe hablar demasiado; su función es guiar la conversación y cuando capta algún desvío del tema, enderezar el diálogo con preguntas de profundidad y transparentes, sin caer en la agresividad y descortesía. El público quiere conocer el pensamiento del entrevistado y no del periodista. En el caso de la entrevista al presidente Rafael Correa, el éxito consiste en lograr respuestas claras, explicativas y profundas a las preguntas planteadas por el periodista.

En el área de la noticia, se ha perdido la objetividad, se practica la manipulación, se escandaliza o se silencia un hecho o acontecimiento, de acuerdo con los intereses de los propietarios del medio y de sus aliados. Con referencia al retiro de cuñas publicitarias, ilustran  la declaración del burgomaestre con una atractiva foto y para darle énfasis a su forzada explicación, el periodista describe sus ademanes y redacta: “visiblemente contrariado y tono agitado, dilucidó con una mirada firme, una postura estática y una voz confrontadora, en defensa de la entidad que lidera, respondió por las cuñas vetadas”. Al público no le interesan los gestos del personaje, sino enterarse del contenido de sus declaraciones y ataques verbales. El periodista privado pierde espacio en el manejo de la noticia. Se aleja  de su misión, informar la verdad sin adorno y sesgo. La sección editorial está consagrada para difundir opiniones del medio y de sus articulistas, estables o invitados.

Desde el instante en que el periodismo comercial se involucró en la política partidista, se apartó de sus fines y entró a desarrollar sus actividades en una sola dirección, siempre aliada de la oligarquía y la derecha reaccionaria, y ahora, alentando a los candidatos alineados en la oposición al régimen del Buen Vivir. El gobierno del socialismo siglo XXI, para contrarrestar la influencia del periodismo comercial  en el lector u oyentes, inauguró los medios públicos, las cadenas y los mensajes sabatinos, para así desbaratar ese monopolio informativo.

Hoy, ya podemos apreciar el tratamiento de las noticias, el análisis de hechos y problemas del país y el orbe desde diversos ángulos, proyectados a un justo equilibrio que permita al ciudadano conocer la realidad de los hechos, a comprender los conflictos y a ubicarse de acuerdo con su modo de pensar y convicciones. Con la Ley Orgánica de Comunicación se terminaron quienes se creían propietarios de la verdad, y a olvidarse de que la libertad para injuriar no es opinión. El peso de la ley deberá caer sin privilegios contra los infractores.

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