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El Telégrafo

Estadio amable

11 de septiembre de 2012

Si no fuera por los jugadores, ¿cómo sería nuestra relación con la FEF? Un desastre, porque sin ellos, los Valencia, Benítez, Montero, Erazo, Ocampo, Paredes y los demás, la selección sería solo esa visión corporativa, como le gusta al señor Chiriboga.

El afán crematístico le hizo exclamar: ¡perderemos $ 150.000! y luego chantajeó: antes -cuando al público se lo maltrataba-, cuando metíamos más de 45.000 personas en el Atahualpa, dábamos más de 1.200 pases a los periodistas; con el nuevo aforo, no más de 35.000, solo tendremos disponibles 280. Y remató con algo de antología: con la FEF no se juega.

Y en efecto no se juega con la Federación Ecuatoriana de Fútbol, por suerte, si no las goleadas serían también antológicas. Imagínese a esos dirigentes de pantalón corto y camiseta que, de todas maneras, sería pupera. Goles a favor, ni al arco iris; goles en contra, a raudales.

Eliminados sin siquiera pisar el gramado. Y todo este barullo porque el Municipio nos reivindicó como ciudadanos, al hacerse oír el alcalde Augusto Barrera para que se acabara la burla, el maltrato al que nos acostumbró el ingeniero Chiriboga, dueño del negocio de la selección.

Yo diría que lo mejor del partido ante Bolivia, en donde el penal a nuestro favor no fue tal, fue precisamente el estadio. Por fin había algo de seguridad, con vías de ingreso y salida despejadas, sin tener que ir a quemarse horas al sol o hacerse pasa en la lluvia, asientos numerados en todo el estadio le dieron un aspecto más amable.

Claro que también se pudo escuchar, otra vez en boca de esos dirigentes que tenemos, que el público estuvo apático, que el estadio repleto, a reventar, adquiere un calorcito sin igual y el aliento baja como tornado desde la tribuna a la cancha y los nuestros arrasan.

Mal educados como son, no entienden que vivimos otro tiempo, que de a poco vamos exigiendo otro trato. Ahora toca esperar que el Municipio haga respetar la ordenanza en todos los partidos, los del campeonato también, para que se consolide esta otra pedagogía estrenada recién el viernes 7 de septiembre ante Bolivia.

Porque, si no, con las viejas mañas nos quedamos varados en esa época del despelote, esa que siempre nos ha dejado malos olores, como si algo estuviera podrido. Hemos ido ya a dos mundiales, ahora estamos, otra vez, con buenas opciones para Brasil, pero nunca hay que perder de vista que esto se lo debemos, sobre todo, a los jugadores, que también se merecen otros dirigentes.

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