Publicidad

Ecuador, 27 de Septiembre de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo

Escuela de Formación Ciudadana (6)

15 de junio de 2013

De la comodidad de no participar, al compromiso con el líder interior. Los ciudadanos, llamados padres y educadores, son los cimientos de cualquier sociedad, más que el resto de personas se encuentran atrapados y crucificados entre la Constitución, la Ley de Participación Ciudadana, el cumplimiento del debido proceso y el miedo a la violación de los derechos humanos; jalados por los lados, como postes de luz, no se caen, pero no se mueven, se encuentran inmovilizados. Los padres tienen miedo de actuar, por temor de violar los derechos del niño y adolescente; los educadores tienen temores frente a las amenazas externas, las protecciones e infringir los principios de una convivencia escolar sana; los empleados y trabajadores son cómplices de los que no trabajan o hacen actos deshonestos y en la calle se mira al otro lado ante un asalto, venta de drogas, la miseria y la desgracia ajena.

Para llegar a ser y hacer lo que nos corresponde cumplir como ciudadanos, la formación cívica debe vencer previamente al gran enemigo: el miedo a participar, que se encuentra en nosotros mismos.

La humanidad vive como tendencia un cambio de época, pero muchas sociedades, comunidades y personas se encuentran todavía mental y culturalmente en otras eras. Las continuas innovaciones tecnológicas y la invasión de una cantidad extraordinaria de estímulos, en su mayoría deformantes, a través de los diversos medios de comunicación, hacen que las personas queden hipnotizadas, adormecidas, confundidas y sin adecuadas respuestas, están agobiadas, aplastadas, caen en la desidia y la indiferencia.

En los niveles locales, provincial, regional, nacional, latinoamericano y del Caribe se requiere urgentemente implementar escuelas de líderes de formación ciudadana. No podemos liderar a los demás, si antes no somos líderes de nosotros mismos. Nuestra autoestima debe encontrarse en el mismo nivel que nuestra responsabilidad social. Tenemos que ser consecuentes y despertar al guerrero interior que todos llevamos dentro al servicio de la paz. La ética nos obliga a actuar de acuerdo a nuestra conciencia y la justicia, sin esperar saber qué dicen las leyes o cómo actúan los demás. Si no actuamos en cada instante de acuerdo a como lo exigen las circunstancias, después será demasiado tarde. Al no hacerlo perdemos la oportunidad de ser líderes ciudadanos. En los temas que somos buenos ejemplos, tenemos la autoridad moral para exigir a los otros la rectificación de sus errores.

La Revolución Ciudadana requiere, primero, una revolución interior.

Contenido externo patrocinado