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El Telégrafo

Escritores contra espionaje

13 de diciembre de 2013

Documento claro y contundente de unos 500 escritores del mundo, exigiendo a las Naciones Unidas que investiguen, desmantelen e impidan la consecución de los mecanismos de espionaje que Estados Unidos tiene organizados sobre las nuevas tecnologías electrónicas, tales como internet y los celulares (que están asociados entre sí).

Las revelaciones de Assange primero, y de Snowden después, muestran a las claras el espionaje generalizado e ilegal que Estados Unidos despliega por todo el planeta. Los celulares de las presidentas Rouseff y Merkel son algunos de los aparatos ‘custodiados’ por los cancerberos del país del Norte, que espiaban a la primera ministra alemana “para perseguir el terrorismo”, según su reconocido y a menudo ridículo pretexto. Espían para hacer negocios, espían para contrarrestar a quien tenga diferencias con la diplomacia de Estados Unidos, espían para impedir que otros países tengan la posibilidad de competirles en lo económico, lo geopolítico o lo militar.

Escritores reconocidos como Umberto Eco, Günter Grass, Ángeles Mastretta, Ariel Dorfman, Javier Marías, Juan Goytisolo, Omar Collazos, son los firmantes. Escritores de muy diferentes nacionalidades y procedencias, de diferentes ideologías políticas, unidos solo por la exigencia de transparencia democrática, y por la decisión de que se respeten los derechos y garantías individuales de los usuarios de teléfonos e internet. Escritores que ponen su prestigio al servicio de impedir que denuncias tan fuertes como las que existen respecto del espionaje ilegal estadounidense queden finalmente como si fueran una moda pasajera, ante el silencio impávido y arrogante con el cual la potencia del Norte se niega a dar razón de lo que hace, y se resguarda en un silencio culposo, pero a la vez eficaz para sus fines, en este caso el disimulo y el escamoteo de la verdad.

Estos escritores piden que cese el espionaje, demandan que las Naciones Unidas muestren alguna pertinencia y capacidad para exigir a Estados Unidos como exigen a otros países del planeta. Es curioso que se investiguen los planes de Irán para con la energía atómica, que se investiguen las armas químicas de Siria, pero no se investigue el espionaje de Estados Unidos. Esa vara diferencial en el comportamiento de la diplomacia mundial hace muy poco creíble su comportamiento: si el espionaje lanzado ilegalmente sobre todo el planeta pasa sin ser sancionado y desmantelado, es que estamos ante el chantaje mundial de un Gran Hermano que se permite -tanto subrepticiamente como de manera semipública- violentarnos a todos por vía de su fuerza y de su acceso a tecnología de punta.

Bienvenido y altamente apoyable, entonces, el documento de los 500 escritores del mundo. Que su autoridad intelectual pueda servir a que se haga algo eficaz para acabar con el espionaje.

La denuncia sobre él sin que aparezcan mecanismos efectivos para acabar con su ejercicio promueve deslegitimación generalizada del sistema político internacional y de sus instituciones rectoras, como es el caso de Naciones Unidas.

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