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El Telégrafo

Es mejor sin inflación

10 de enero de 2014

Los gobiernos ‘malos’, para la prensa de derecha, son de Bolivia, Venezuela, Ecuador y  Argentina. Compiten desesperadamente entre sí, las usinas oficiosas (ya que no explícitas) del imperio, por ver quién los ataca más, y los ataca con mayor mala fe y más profunda miseria intelectual y moral. Se trata de los países donde el ‘mal’ de poner límites a las políticas de privilegio que marca el libre mercado, es castigado con la peor reputación posible, por vía de campañas aviesas y primarias -pero no por ello menos permanentes y efectivas- contra los gobernantes que han decidido ser fieles al mandato de su pueblo, no al de las transnacionales.

Brasil está en una especie de espacio intermedio (el Gobierno es atacado a veces por la prensa, pero solo dentro de su propio país, no se lo escarnece permanentemente a nivel planetario); Uruguay y palmariamente Chile, durante los dos períodos anteriores de la Concertación, son los gobiernos de una izquierda tan tímida frente al mercado, que es aceptada (cuando no elogiada y mimada) por la derecha mediática. La máquina de matar en que se convierten los medios hegemónicos no apunta frontalmente contra estos gobiernos, que se constituyen en ‘la izquierda querida por la derecha’ (y, por tanto, en gobiernos que solo muy parcialmente operan como de efectiva izquierda en lo económico-social y lo redistributivo).

Dentro de los países que sí han producido heterodoxias económico-sociales está  Argentina, a través de los gobiernos que inició Néstor Kirchner y continuó su esposa. La guerra mediática que ello ha ocasionado desde los medios privados opositores es inmisericorde y total. Medios que han encontrado, en los últimos años, un nuevo leitmotiv: la inflación.

También ha sido el caso en Venezuela. Las medidas antiinflación, tomadas en los meses finales del último año por el gobierno de Maduro, fueron importantes para su claro triunfo electoral. En Argentina, la inflación en 2012 y 2013 ha estado en derredor del 25% anual. Si bien las negociaciones sindical-empresarias, propiciadas por este mismo Gobierno, en general, han llevado a aumentos salariales mayores que ese porcentaje, la subida de precios golpea en el ánimo de la población, sobre todo por la fatigosa repetición mediática, según la cual un país donde se ha comprado más autos que nunca en el último año estaría en una condición económica pretendidamente problemática. Los precios dependen de cadenas de actores económicos, no solo de los gobiernos; a estos corresponde la tarea de control y, en todo caso, los equilibros macroeconómicos que ayudan a que la inflación no se desate. Es decir: la subida no es solo problema del Gobierno, pero la población (y sobre todo los medios opositores) ponen el problema allí, no en productores, intermediarios y comerciantes.

Lo cierto es que la inflación en Ecuador ha sido solo del 2,7% el último año, la menor incluso más allá de este lustro. Ello implica cuidado por parte del Gobierno en evitar desajustes, que serían muy problemáticos dada la restricción a las políticas monetarias que determina el dólar como moneda usada en el país. Una inflación leve como esta permite un trabajo estatal de planificación a mediano y largo plazo, y tranquilidad de la población en cuanto a sus previsiones cotidianas, y también sus ahorros e inversiones.

Ecuador y Argentina, hermanados en muchas de sus políticas, hoy tienen diferencia en este punto. Y, sin dudas, sin inflación se vive mejor, y hay una excusa menos para que la carnicería mediática se lance contra gobiernos que no siguen la estrategia exigida por el imperio.

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