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El Telégrafo

Enfrentarse a la delincuencia y violencia es tarea de todos

20 de abril de 2013

La delincuencia  o azote social incluye, entre otros delitos, robos, asaltos, atracos a los fondos públicos, crímenes, violación, sicariato, falsificaciones, contrabando; a diferencia de la violencia que se caracteriza por el uso de los medios fuera de lo natural para lograr protervos propósitos como el caso de estudiantes desorientados, gremios y grupos sediciosos que a pretexto de reclamar derechos, recurren al lanzamiento de piedras, al sabotaje, cierre de carreteras, dinamitazos  y hasta el saqueo. Se agregan las disputas intrafamiliares,  crímenes pasionales por infidelidad u otras causales, agresiones entre parejas y más desórdenes.

La delincuencia es un grave problema que agobia a las naciones y se origina como principal causa de la carcomida estructura social. La violencia es propiedad de tercos, necios, falsarios y cobardes, que actúan, atrapados en su desmedido afán de imponer su hegemonía enfermiza.

Los medios de comunicación “independientes”: prensa, radio y televisión, como parte del negocio, se dedican con esmero a preparar personal de reporteros para cubrir el espacio de crónica roja. Ofrecen amplia cobertura a los hechos sangrientos para atraer oyentes y lectores, y principalmente, en forma soterrada, culpar al gobierno de la Revolución Ciudadana, del crecimiento delictivo y de los casos de violencia.   

Con el tema de  la inseguridad, articulistas privados, confabulados contra el régimen, escandalizan, infunden pánico en la población e hipócritamente, invocan la paz, pero nada aportan, por lo menos, para atenuar las causales de ese desvío social. Permanecen en vigilia en busca de algún suceso trágico, oportunidad para insistir en su campaña de que el fantasma delictivo es producto del desgobierno.

Si un periodista se enreda en un conflicto de orden personal, ajeno a su labor profesional, los medios comerciales, muy atentos, destacan el hecho y pretenden vincularlo con un supuesto ataque a la libertad de expresión; pero si un funcionario defecciona y cae en el delito, lo acosan y hasta emiten su veredicto. La lucha contra el hampa y la violencia es labor de conjunto. Es tiempo de reconocer que la conducta criminal y del violento son consecuencias de la injusticia social, el desafecto familiar y la falta de una eficiente educación en valores, de manera preferente en los barrios pobres y en el campo.

El gobierno de la Revolución Ciudadana, dentro de su programa de acción contra la delincuencia, promueve el cambio de vida de los ecuatorianos mediante la gratuidad de la educación y la creación de plazas de trabajo.

Mientras los medios “independientes” se disputan las primicias de los hechos sangrientos, la fuerza pública con decisión y sacrificio precautela los bienes y vida de los ecuatorianos. Los operativos policiales están dando buenos resultados a la vista de la ciudadanía. Es indispensable comprender que la erradicación de ese mal social es tarea de todos, continua, decidida y permanente.

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