Nosotros somos comodísimos y permitimos que otros, generalmente los que no deben hacerlo o por lo menos no tienen autoridad moral para ello, tomen las decisiones que nosotros deberíamos tomar. Me refiero al rumbo de nuestras vidas, de nuestro país, de nuestro futuro. Tal vez va siendo hora de comenzar a buscar las razones por las cuales nuestro país está como está.
Tal vez no hemos asumido nuestra propia identidad, en parte porque mucho de lo que aprendimos en el colegio no tiene nada que ver con las necesidades que tenemos, o porque lo que vemos en la televisión no se parece en nada a nuestra realidad, o en parte porque no logramos aceptar nuestro mestizaje con orgullo, ya que andamos pensando que somos más blancos que otros, tenemos menos ancestro afro o indígena que otros, queriendo barrios iguales a los de Miami, nos enredamos en un cuento de arribismo que deja que aquello de la pluriculturalidad no sea más que una palabreja que alguien tuvo a bien escribir en la Constitución.
Si no sabemos quiénes somos, menos aún podemos saber dónde estamos parados, lo cual nos deja obviamente en la dramática posición de no saber qué podemos exigir. Porque eso también se nos olvida, que los mandatarios son funcionarios que elegimos para que nos funcionen, no para nosotros funcionarles a ellos. Exigir es ejercitar nuestros derechos y para ello hay que tener sentido de pertenencia, tenemos que sentir el país como nuestro, a la gente como nuestra, tenemos que cuidar el espacio urbano como si fuera nuestra propia casa, los niños como si fueran nuestros hijos. Cuando tenemos sentido de pertenencia no cedemos nuestro liderazgo a los medios, no dejamos todo al garete para que la prensa -vaya uno a saber con qué intención- sea la que se haga cargo de solucionar los problemas de los cuales nosotros parte.
Eso pasa porque somos comodísimos, porque tener sentido de pertenencia no es pensar en singular, en función de que me solucionen mis problemas. No nos interesa informarnos, si hay que pagar impuestos, malo porque salen de nuestro bolsillo; a nadie se le ocurre que gracias a los impuestos vive la gente; no nos interesan los índices de pobreza, ¿pues para qué, si en casa hay comida?; no nos interesa que asalten a medio Ecuador, claro que si me pasa a mí, ahí sí pongo el grito en el cielo... y así podría seguir, pero ese no es el caso, el caso es que, si queremos un mejor país, tenemos que hacernos cargo de él. Y para ello debemos tener identidad, pertenencia y compromiso, y así sabremos si la solución a los problemas puede venir de quienes los causaron.
Y tú, ¿en qué bando estás?