Un artículo, en primera página del diario norteamericano The New York Times, reveló una gran verdad: el mundo puede estar en la peor crisis económica de su historia, pero las armas seguirán no solo produciéndose sino vendiéndose. Tan es así que en 2011 se rompió todo récord en la venta de armas; en un solo año Estados Unidos vendió al extranjero 66.300 millones de dólares. Esto quiere decir que se triplicó la venta de 2010, que fue de 21.400 millones, convirtiéndose así en el récord histórico en la venta de armas.
No importa que la economía de los principales potencias del mundo estén sumidas en una gran crisis, que el desempleo tenga cifras históricas, que la zona euro recorte, como nunca, beneficios sociales, el negocio de las armas está en su mejor momento. No importa que el hambre se apodere de extensas zonas del planeta, que cada vez existan más, millones, de refugiados por la pobreza, la violencia y el cambio climático, el negocio de las armas seguirá creciendo en forma vertiginosa. Es decir, mientras la mayoría de habitantes del planeta se empobrece, los vendedores y traficantes de armas se enriquecen como nunca.
No importa que sea un negocio poco ético y totalmente cuestionable. Lo que interesa es que genera extraordinarias ganancias. No importa que sea un negocio que solo genera muerte y dolor. Estas cifras, cuya fuente es la oficina del Servicio de Investigaciones del Congreso de Estados Unidos, nos revelan también lo rentable que son las guerras, los conflictos y las tensiones. Es mejor para una economía en crisis generar conflictos, en cualquier lugar del planeta, y vender armas antes que generar medidas que permitan disminuir la pobreza y buscar el bienestar de sus ciudadanos.
¿Acaso no serán estos fabricantes y vendedores de armas quienes, ahora por ejemplo, financian las campañas electorales en los Estados Unidos? Pero, ¿a dónde fueron esas armas fabricadas en los Estados Unidos? Básicamente a Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos y Omán. Es decir, al Golfo Pérsico. Basta decir que Irán tiene armas nucleares para generar tensión e iniciar un rearme impresionante.
Según este informe, EE.UU. vendió a Arabia Saudí un escudo antimisiles y 84 aviones F-15, además de centenares de helicópteros Apache, Black Hawk y Chinook, en total de la transacción fue de 33.400 millones de dólares. Emiratos Árabes Unidos pagó 4.429 millones de dólares por un escudo antimisiles avanzado y 16 helicópteros Chinook, mientras que Omán compró 18 aviones de combate F-16, entre otras armas, por valor de 1.400 millones de dólares.
Además, EE.UU. vendió 4.100 millones de dólares en aviones G-17 a la India, y otros 2.000 millones de baterías antimisiles Patriot a Taiwán. Que este negocio de muerte no llegue nunca a Ecuador y que las diferencias ideológicas y políticas con los gobiernos progresistas sudamericanos no sean un pretexto para generar tensiones. Es decir, para vendernos armas.