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El Telégrafo

En lo que creo

05 de octubre de 2012

Creo que la vasta obra pública realizada por la Revolución Ciudadana amerita continuar ejecutándose durante un nuevo período de gobierno. 

Creo que –haciendo buen uso de nuestros votos– no debemos permitir que Carondelet se transforme en una simple agencia de la banca nacional, del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional.

Creo que los ministerios no deberían involucionar a feudos de unos pocos, en donde se tramitarían con celeridad las órdenes de las empresas criollas y transnacionales.

Creo que no se debe permitir que la Constitución de Montecristi pueda ser reemplazada por otra mucho mejor… para las minorías.

Creo que –haciendo buen uso de nuestros votos– no debemos colaborar para que la base de Manta pueda retornar a manos extranjeras.

Creo que no debemos contribuir para que –desde el Ecuador– se obstaculicen los procesos de integración regional expresados en la ALBA, Unasur, Mercosur y Celac.

Creo que no se puede tolerar que el Ecuador retorne al sometimiento vergonzoso. Aquellas tristes épocas en que las decisiones no consultadas eran calificadas como “abusos de confianza”. Las crisis que hoy están presentes en Grecia, España, Portugal, Italia, Francia, ¿no son, acaso, provocadas por los banqueros? ¿Por qué los bancos son salvados, mientras los pueblos naufragan en las turbulentas aguas de los “planes de austeridad”?

Creo que –haciendo buen uso de nuestros votos– no debemos colaborar para que los “refugiados” que viven en Florida retornen… quién sabe para ser nombrados ministros o asesores.

Creo que no es correcto contribuir para que ciertos banqueros vuelvan a ser dueños de periódicos, radios, estaciones de televisión. Propietarios –otra vez– de alcaldes, prefectos, asambleístas, ministros y presidentes.
Creo que no procede dejarnos  embargar la esperanza. No podemos permitir que nos hipotequen la inteligencia. No debemos colaborar para que nos congelen la memoria histórica.

Creo que el candidato de la derecha y de los banqueros tiene todo el derecho a participar. También tiene derecho a ir asimilando la derrota. ¿Por qué? Porque el pueblo ya no “come cuentos”. Porque el pueblo ha sido beneficiado con las obras del gobierno de la Revolución Ciudadana realizadas a lo largo y ancho del país.

¿Otro Ecuador es posible? Claro que sí. Ya se lo ha demostrado en estos cinco años y diez meses de gobierno, en
donde los banqueros, la derecha y sus compadres han permanecido bien lejos de Carondelet. No hay que olvidar quiénes fueron los autores del aciago “feriado bancario”. 

En febrero de 2013 el soberano optará por una existencia digna, que avanza irreversiblemente hacia el Buen Vivir.
Las mayorías elegirán –sin ninguna duda– a los que construyen la Patria Nueva: altiva, soberana, solidaria, exitosa.

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