Ya desde meses atrás, nuestro país ha venido siendo tema de análisis en diversos países del mundo. Naciones que han dejado entender su admiración por la transformación que vive la colectividad ecuatoriana dentro del presente proceso de profundos cambios en los diferentes órdenes, al abrigo de la Revolución Ciudadana. Filósofos, catedráticos, periodistas, políticos y, entre ellos, aun candidatos a las primeras magistraturas de sus naciones han expresado su admiración por el actual modelo político ecuatoriano.
Así, mientras que en Estados Unidos y en Europa la situación económica es caótica, errática y de difícil pronóstico, “en Europa ven al Ecuador como un ejemplo exitoso”, expresó Ignacio Ramonet. Y alguien más añadió: “Uno de los modelos más exitosos del mundo es Ecuador”. Mientras que el francés Edgar Morin analizó el concepto del “buen vivir”, que es el propósito del Gobierno ecuatoriano, a fin de convertirlo en común denominador dentro de nuestra población. Añadió que esta política del buen vivir “puede servir como modelo para Francia y para todos los países”.
A pesar de los esfuerzos que hacen en nuestro país los grupos de oposición, que en contubernio con los vendepatria sin conciencia y con la prensa inescrupulosa pretenden engañar a la opinión pública entregando un falso rostro de la realidad, la imagen que se tiene del Ecuador en la comunidad internacional es cada vez más fuerte, más ejemplar. Y esto sucede en ámbitos diferentes, tanto en países de América Latina como de Europa o de Asia, en donde nuestro país es un ejemplo a seguir, un patrón al que por sus exitosos resultados convendría copiar, aplicando las necesarias diferencias en cada caso.
Dentro de este panorama alentador para los ecuatorianos, el caso Assange ha venido a poner en la mira del mundo -y ahora con mayor vehemencia-, la imagen de nuestra patria. En efecto, sabemos que son cada vez más las naciones en donde actualmente se discute la actitud valiente y soberana del país que hasta hace poco era mirado por sobre el hombro por las naciones más poderosas del planeta.
Mientras se busca afanosamente en los mapas disponibles la ubicación geográfica de aquella República de nombre exótico llamada Ecuador, se trata de entender la audacia de este pequeño pueblo y su Gobierno que se ha enfrentado en los últimos días a tres potencias mundiales -y por extensión, a otras más-, en su afán de defender la vida y los derechos del personaje que le quitó la máscara de la farsa, el engaño y la mentira a las naciones más poderosas, aunque también las más abusivas, para entregarle al mundo el conocimiento de la auténtica verdad.
Para sostener sus deleznables argumentos y dar fuerza a sus amenazas explícitas de invadir la embajada del Ecuador en Londres, a fin de llevar detenido a Julian Assange, la Gran Bretaña, apoyada por Estados Unidos, se acoge a una ley interna a la que tratan de imponer por sobre las normas internacionales de convivencia de las naciones, que disponen la inviolabilidad de las sedes diplomáticas.
En consecuencia, el Ecuador recibe cada vez más los pronunciamientos de solidaridad y apoyo de la comunidad internacional, mientras que jóvenes y adultos de diferentes latitudes expresan su rechazo a la posición grosera e intolerable de Washington y de Londres, pues vulnera convenios y cartas internacionales, de las cuales ellos son signatarios con las mismas responsabilidades que se les exige cumplir a los demás países.