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El Telégrafo

En la cresta de la ola

28 de agosto de 2012

Las dramáticas revelaciones de Julian Assange a través de los WikiLeaks, que mostraron de cuerpo entero la política intervencionista y espiadora del servicio exterior de los Estados Unidos con la colaboración de ciertos traidores locales enquistados en los medios de comunicación privados, han creado escenarios inéditos que han convulsionado a la opinión pública mundial.

Solo a través de Internet confirmamos lo que siempre sospechamos: cómo el imperio mete sus narices en nuestra política interna en defensa del neoliberalismo como ideología dominante para sus zonas de influencia que aún considera colonias, en apoyo de las oligarquías criollas de la banca, los agroindustriales, grandes importadores, exportadores y más especuladores, para que recuperen el poder que en buena parte lo perdieron en manos de la Revolución Ciudadana.

Con informantes y delatores locales levantaron la trama en apoyo de los golpistas que resultaron inútiles y mediocres, incapaces de enfrentar a un gobierno fuertemente adherido a la creciente preferencia popular. Diseñaron desde el imperio una campaña de desestabilización sistemática, con la participación de los sectores reaccionarios de derecha y seudoizquierda, incluido el hijo DP que salió a darnos lecciones de moral, repentinamente compadecido de los pobres, cuando en la fatídica quiebra bancaria estuvo de lado de los fraudulentos.Eso lo supimos por medio de los WikiLeaks.

Que acá no se respeta la libertad de expresión vociferan. Viene Assange, el adalid y referente mundial de esa garantía, en su calidad de valiente periodista de investigación y solicita asilo diplomático precisamente al país donde se ejerce esa libertad a plenitud, dejando al descubierto la infamia de los complotados con el menguado poder de la llamada prensa “libre e independiente”.

El asilo fue concedido responsablemente por un gobierno digno y soberano. El mundo saludó tan libérrima decisión y se abrió el debate, no tanto por la naturaleza de la decisión, cuanto por la inaceptable y torpe amenaza del imperio británico de violar la soberanía e intangibilidad de nuestra sede diplomática en Londres.

Salvo los pocos dinosaurios imperiales que se derrumban en medio de la espantosa crisis del capitalismo, el planeta entero ha condenado esta grosera afectación a la normativa internacional que protege la inviolabilidad de las legaciones diplomáticas y exige al Reino Unido la entrega del salvoconducto al ilustre asilado. Por esta histórica decisión del Gobierno ecuatoriano, que nos honra sobremanera, estamos en la retina del mundo.

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