Al finalizar el año nos llenamos de ilusiones porque el siguiente es siempre una oportunidad para la esperanza. Si nos fue mal, ahora tendremos la opción de cambiar y mejorar. Si nos fue bien, reafirmaremos la confianza y continuaremos por el camino de la dicha. Pero no seamos egoístas y, en lugar de pensar en nuestro bienestar personal, pensemos en el de todos, en el de la patria.
El 2011 ha sido un buen año. Las metas clave se van cumpliendo: la reducción de la pobreza, por ejemplo. Se ha reducido en 5 puntos y la pobreza rural en 8. El desempleo también se ha reducido y se ha mejorado en la calidad de los empleos. La cobertura de seguridad social se ha incrementado del 39% al 55%. Se ha mejorado también en el poder adquisitivo de los ecuatorianos. El sistema vial del Ecuador es ahora de primera, en carreteras, puentes y aeropuertos, lo que ha impulsado el turismo interno que dinamiza las economías locales. Nunca como ahora se ha trabajado por las personas con discapacidades, siempre excluidas y abandonadas. Los servicios públicos, en general, han mejorado significativamente, pero aún no son óptimos.
Todo esto se refleja en las percepciones de los ecuatorianos, que ahora tienen más confianza y son más optimistas, e incluso muchos sostienen que son felices. Hay avances significativos en educación y salud, pero aún insuficientes. Las inversiones en estos campos clave han aumentado en más del 300%. La infraestructura de salud ha crecido notablemente, pero es uno de los retos para el próximo año. Otro será la infraestructura para energías limpias y el cambio de matriz energética. Para la cultura, lamentablemente, aún la revolución está pendiente; la nueva Ley de Cultura y la reestructuración de la Casa de la Cultura serán los temas urgentes.
La seguridad también será un reto para el nuevo año, las percepciones de los ecuatorianos en este campo son más bien pesimistas y habrá que trabajar con efectividad para cambiar esta percepción. La Ley de Comunicación y la Ley de Aguas también marcarán el nuevo año. Y claro, en el segundo semestre ya estaremos en plena campaña electoral.
La noche del 31, nos pondremos interiores rojos para que el amor anide en nuestros corazones para siempre. O amarillo para que la prosperidad toque nuestras puertas. Sin duda, como nunca, el gobierno de la Revolución Ciudadana ha incentivado el surgimiento del amor por la patria, de la vocación cívica y del orgullo y sentido de pertenencia. “Nada para mí, todo para la patria”, diría el gran Eloy Alfaro, cuyo centenario de la “Hoguera Bárbara” conmemoraremos en el nuevo año.
Así que para todos, en el 2012, trabajo, salud, amor y optimismo.