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El Telégrafo

Emergencias en EMI

26 de enero de 2014

EMI, empresa de salud, atiende emergencias, pero con esperas de hasta dos y más horas, lo que motiva este escrito para alertar sobre riesgos.

Soy cliente satisfecho con el personal médico de la empresa, acertado en sus diagnósticos, amable, pero me inquieta  que no haya igual excelencia en cuanto a la rapidez en acudir a las llamadas, que se ha deteriorado con el correr de los años.

Es de esperar que tenga establecido un protocolo que conserve constante y adecuada  la proporción de médicos, unidades móviles y el creciente número de socios, puesta la mira en una óptima atención a los clientes. En una empresa de salud la relación inversión-ganancias debe diferir de las que se ocupan de simples mercancías.

Me hago esta reflexión al haber experimentado una larga espera, desde antes de las 8 de la noche, cuando llamé, hasta las 10:25. Hipertenso, había sufrido un súbito ascenso de la tensión arterial sin aparente causa (la enfermedad es silenciosa y traicionera); sin embargo, un tintineo en los oídos me alertó de que algo no iba bien, y al recurrir al tensiómetro me encontré con que tenía una presión sistólica de 188 y diastólica de 100. Al llamar a EMI solo me dijeron que debía esperar más de una hora, pues debían atender dos emergencias previas. Y una hora más tarde, cuando volví a llamar, me dijeron que todavía se demorarían una hora o más.

Menos mal que mi cardiólogo me tiene prescrito para estas ocasiones poner bajo la lengua una tableta de Captopril 0,25 mg; a pesar de ello, a la llegada del servicio todavía la presión era de 155/85.
Pensando en el bien de otros pacientes, sugiero que cuando alguien llame, el operador/a, que se supone que sea un paramédico, le adviertan las acciones inmediatas a tomar, mientras llega el médico.

En una emergencia el paciente no siempre atina a hacer lo previsto. Podría recomendársele una medicina mientras llega la asistencia.
En caso de ataque cardíaco debería exhortársele a que permanezca sentado con los pies en alto, o lo que médicamente sea apropiado.

El operador/a debería también distinguir entre las diferentes emergencias para determinar el ‘triage’ en la asignación de grados de urgencia,  especialmente a la tercera edad.

A mí me visitaron después de una larga atención  a una parturienta. Ignoraba que en Quito se preste
ese servicio a domicilio; si se hace regularmente,  merece un equipo aparte. Mi vida pudo haber  estado en peligro por la demora, aunque hubiera  sido el caso de extinción de una larga vida, mientras surgía otra, promisoria.

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