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El Telégrafo

Emelec, campeón nacional de fútbol 2013

19 de diciembre de 2013

“Emelec, Emelec es el grito que se escucha en el estadio”, es lo que la barra Boca del Pozo canta y se agita cuando sale a la grama del estadio Capwell el ‘Ballet Azul’. Y luego de un frustrante período de tres años consecutivos con el vicecampeonato, finalmente, el pasado domingo 8 de diciembre conquistó su 11° Campeonato Nacional de Fútbol. El fútbol es el deporte que apasiona a multitudes. Este año ha sido completo para los ecuatorianos: la Tricolor clasificó por tercera vez para el Mundial Brasil 2014 y Emelec es campeón nacional.

La Federación Internacional de Fútbol (FIFA) asegura que cerca de 300 millones de personas practican regularmente este deporte, lo cual hace que sea el más popular del planeta, con 5% de la población mundial, y por lo menos un cuarto de ella es de aficionados que lo siguen por cualquier medio y acuden a los estadios. Es un fenómeno de masas que despierta pasiones, estados anímicos y rivalidades. Pero realmente es un poderoso negocio de 500 billones de dólares, equivalente al PIB de Taiwán, por lo cual las iniciativas de los primeros amantes del fútbol que dieron lugar a los antiguos y emblemáticos clubes, han dado paso a sociedades anónimas sometidas a estrictos controles externos, que son administradas y auditadas por profesionales que preparan planes de negocios que aseguran que su proyecto deportivo y empresarial será mejor que el de los rivales.

Esta práctica no es la que se sigue en nuestro país, donde los clubes profesionales de fútbol están al borde de la quiebra. ¿Cuál es la diferencia? Ninguna en esencia. La presión de los clubes para situarse entre los mejores es la misma en las 207 asociaciones de la FIFA en el mundo, lo que les compromete en un entorno mucho más amplio, a prestar atención a un inmenso público, cuya opinión es modificada por los medios de comunicación, que son utilizados por las directivas de los clubes para generar confianza, apoyos y obtener así los recursos económicos que les permiten tener y retener jugadores y entrenadores, y finalmente ganar los partidos y campeonatos. Sencilla cadena de valor, que innecesariamente la hemos complicado en Ecuador.

Los jugadores y los dirigentes son los actores principales en este negocio que, siendo un espectáculo, tienen que generar y transmitir mensajes que hagan creíble y aceptable un proyecto que va a involucrar a los mismos jugadores y directivos, pero además a socios abonados, hinchas, potenciales seguidores, accionistas, inversionistas, medios de comunicación, auspiciantes, etc. Esto demanda: transparencia de gestión, control presupuestal y financiero y, sobre todo, rendición de cuentas. Me parece que para el fútbol ecuatoriano es, por ahora, una utopía.

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