Cuando por vez primera se encontraron Eloy Alfaro y José Martí en la ciudad de Nueva York, nuestro “Viejo Luchador” le prometió al “Apóstol de América” que cuando triunfe la revolución liberal en el Ecuador lucharía denodadamente por la libertad de Cuba. De ahí que uno de los primeros exhortos diplomáticos firmados por Alfaro, una vez llegado al poder, fue el dirigido a la reina regente María Cristina de España, demandando la libertad de la Isla Mayor de las Antillas. Se conoce que Alfaro donaba silenciosamente su sueldo para la causa cubana.
Este hecho sirvió para que construyéramos en La Habana un gran monumento, ubicado en la Avenida de los Presidentes, en el que la figura de Alfaro aparece emergiendo de las breñas del Pichincha en la Mitad del Mundo, ofreciendo su machete a la montonera para la libertad de Cuba.
Una de las más grandes virtudes de un líder, de un gobernante, es cumplir con su palabra empeñada, no defraudar al pueblo, no engañar a sus electores, no perder su credibilidad. Ese es quizás el secreto del éxito y lo que da respetabilidad y estabilidad al gobernante. Los farsantes, los vocingleros y demagogos, pronto pierden el respaldo popular y terminan rechazados o depuestos por los mismos electores que los llevaron al poder.
La demagogia, la engañifa, el baratillo de ofertas y las falsas promesas habían desprestigiado a la democracia en nuestro país. Al regresar a la patria estamos observando, con verdadero asombro y satisfacción, los cambios que experimenta nuestro país, no solo en la obra física: carreteras, autopistas, puentes, aeropuertos, canales de riego, impulso a la producción, sino algo más importante: la obra social. La educación, la seguridad social, la salud, que han recibido un notable impulso, evidenciando en forma palpable que el sillón de Alfaro, Rocafuerte y Velasco Ibarra está ocupado por un estadista que, conociendo las necesidades imperiosas de la población, está trabajando por satisfacerlas, demostrando con hechos el cumplimiento de la palabra empeñada.
Antes de su muerte en combate, en la Batalla de Dos Ríos, José Martí dijo: “El bravo Alfaro es uno de los pocos americanos de creación”. ¿Qué quiso decir el “Apóstol” con estas palabras?, que Eloy Alfaro no se quedó en el discurso, en la proclama, en sus mensajes o discursos de campaña, sino que, una vez llegado al poder, tuvo la férrea voluntad de plasmar en realidad todos sus ofrecimientos y enunciados. Es por eso que Alfaro sigue viviendo, las llamas de la hoguera de El Ejido no mataron sus ideales ni destruyeron su obra.