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El Telégrafo
Verónica Arias Fernández

Columnista invitada

¿Elitista?

Columnista invitada
11 de febrero de 2015

Hace poco asistí a un diálogo en Ecuavisa. El entrevistador me preguntó si la Asamblea Nacional prefirió optar por la enmienda constitucional para esquivar la consulta popular. Dije que la Corte Constitucional ordenó este procedimiento y que cumplirlo es respetar la institucionalidad democrática de nuestro país. Enseguida critiqué el malestar de ciertos sectores de la oposición que reducen los valores del universo democrático únicamente al ejercicio de asistir a las urnas.

Califiqué estas visiones como ‘elitistas’ porque las democracias modernas están alimentadas por muchos otros valores. Agregué que para estimar la calidad de las democracias modernas, a las votaciones y competencias electorales, hoy se agrega la satisfacción de los derechos, la estabilidad de las instituciones y de las políticas públicas, la calidad de vida de los ciudadanos, etc. Eso dije en la entrevista y lo ratifico ahora.

Sin embargo, inmediatamente, el portal Ecuadorenvivo.com sacó de contexto mis declaraciones. Afirmó en un titular que ‘Consultar al pueblo en las urnas es una visión elitista, dice la legisladora Arias’. Respondí con una petición de rectificación, demostrando las razones del error, pero la noticia no fue rectificada.

A partir de este titular tendencioso, las reacciones de la opinión pública no demoraron. Por ejemplo, María Cárdenas R. escribió un artículo de opinión publicado en El Comercio criticando lo que yo no he dicho, y que no diría jamás: que la consulta popular es elitista.

A nadie puede ocurrírsele semejante despropósito. Una consulta popular, como todas las expresiones de la voluntad democrática, no es elitista. Sí lo son las visiones que creen que la sociedad solamente puede expresarse en las urnas. Hoy que se vive un proceso intenso e inédito de estabilidad institucional, de derechos sociales satisfechos, de derechos civiles protegidos, de bienestar para todos; hoy, que hay instituciones, que hay procedimientos democráticos y que hay un Estado de derecho, lo más elitista es decir que nada vale y que regresemos al caos, que violemos los procedimientos constitucionales y que desconozcamos la validez de la sentencia de la Corte Constitucional.

Las visiones elitistas, durante siglos, presentaron a la democracia como un producto de unos pocos iluminados. Hoy la perspectiva ha cambiado radicalmente. En las últimas décadas, gobiernos progresistas latinoamericanos, en el que se incluye el ecuatoriano, aportaron a nuestros países un sistema de gestión coherente con un pueblo históricamente marginado por la indolencia de unos pocos privilegiados en el poder.

Por eso se entiende que las élites quieran un poco de lo que ya perdieron.  

La democracia moderna responde a un conjunto de valores que hoy son respetados. La enorme mejora en calidad de vida de las personas ofrece una visión amplia de lo que hoy debe llamarse como democrático. A esto debe sumarse que ahora seamos una nueva sociedad, que respeta la legitimidad de las instituciones y de sus procedimientos, por su validez e integridad. Mucho está por hacerse, pero ese es el gran desafío.

Defender lo que tenemos y mejorar, o regresar al caos de las élites iluminadas es el dilema. Usted elige.

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