En Latinoamérica, la elección presidencial que se define hoy en Francia tiene mayor relevancia geopolítica que la elección de noviembre en EE.UU. Así se piensa también en Europa; lo advierte Franck Biancheri, director del Laboratorio Europeo de Anticipación Política y su equipo LEAP/E2020.
Y por dos razones principales, una que podría calificarse de estructural: republicanos y demócratas han significado lo mismo para nosotros: hegemonismo, intromisión y hasta traición (EE.UU. aliado con Inglaterra en la guerra de las Malvinas y ahora respalda a España en el caso Repsol). Además, son las transnacionales y grupos de interés quienes gobiernan. Las transnacionales de la salud imponen el voto contra la salud para todos, como los cubanos de Florida imponen el embargo a su patria y la Asociación Nacional del Rifle la estrategia antinarcóticos.
La otra razón es coyuntural: la crisis global que incide fuertemente en Europa afecta a los latinoamericanos, por la xenofobia que la ultraderecha del Frente Nacional exacerba, furiosamente antiinmigración, con casi 18% de respaldo a Marine Le Pen, que beneficiará ante todo al derechista Nicolás Sarkozy de la Unión por un Movimiento Popular. Él mismo “carga contra la inmigración para conseguir los votos de Le Pen”.
Con François Hollande, del Partido Socialista (PS) nos iría mejor, sobre todo si lo apoyara toda la izquierda. “Una victoria de la izquierda-centro activará una serie de cambios estratégicos que afectarán profundamente a Europa, acelerando considerablemente las transiciones geopolíticas que se están desarrollando a nivel mundial desde el comienzo de la crisis global en 2008”.
Lo dice Biancheri en su libro “Crisis mundial - Encaminados hacia al mundo de mañana”, que ofrece una visión del futuro de Francia, Europa y del mundo en 2020 y sostiene que “esta crisis que estamos viviendo no solo es el fin del ‘mundo pre-crisis’, sino también es una gran oportunidad para reconstruir un ‘mundo post-crisis’, a condición, sin embargo, de que no nos engañemos sobre los peligros, retos y oportunidades que tenemos por delante”.
Sin embargo, en una Francia donde resurge el neonazismo, hay quienes siguen considerando a la izquierda como el diablo y votarán por la ultraderecha que consideran “mal menor”.
Hollande necesita el apoyo de quienes se abstuvieron en la primera vuelta. Aunque tuviera los votos de Melenchon y Bayrou, apenas llegaría al 50%, y no toda la izquierda está con él. Le auguramos éxito, pues su victoria activará una serie de cambios estratégicos que repercutirán en América Latina.