La mañana del lunes 18, en Guayaquil se respiraba un aire nuevo. Había alegría en el ambiente ante la certeza de que la ciudad había vuelto por sus fueros de cuna de la izquierda ecuatoriana. Igual cosa sucedía a lo largo y ancho de nuestra geografía y fuera de ella, pues el proceso de Ecuador fue seguido como propio en países de América Latina y del mundo.
Las elecciones en las que obtuvieron un merecido triunfo Rafael Correa y el Movimiento PAIS, mostraron, junto al reconocimiento por la obra realizada por la Revolución Ciudadana, la determinación del pueblo por continuar y profundizar los cambios hasta hacerlos irreversibles.
La nueva conformación de la Asamblea hará posible la consolidación de la Revolución del Buen Vivir. Las leyes sobre la tierra y el agua, la de comunicación, y muchas otras, plasmarán el programa trazado para esta nueva etapa. Tan rotundo pronunciamiento popular implica retos y responsabilidades que deberán asumir no solamente las autoridades electas, sino la militancia.
Habrá que respaldar con “ardiente paciencia” las decisiones que se tomen en función de cambiar las estructuras del Estado. ¡Se ha hecho tanto, pero falta por hacer la mayor parte! Es necesario leer con atención los resultados en cada cantón y provincia. En los que se obtuvo menor aceptación, debemos averiguar el porqué.
Tal vez no acertamos con los candidatos idóneos o la obra de la Revolución no llegó, o lo hizo débilmente. Esperamos que se dé el relevo adecuado en algunos sectores. Dormirse en los laureles es muy peligroso: la derecha tradicional y la nueva estarán siempre en acción y, más temprano que tarde, acudirán a sus arsenales nacionales y extranjeros para tratar de desestabilizar el país.
El sociólogo norteamericano James Petras, en entrevista del 18 de febrero, dijo que “la táctica de funcionar como oposición desde fuera de Alianza PAIS no marcha” y que el proceso aceptado por el pueblo está dentro del movimiento liderado por Rafael Correa. Se refería a los magros resultados electorales de ciertas agrupaciones. Es posible que se produzca una toma de conciencia en personas de buena fe que están alejadas, aunque comparten principios básicos.
Lo fundamental es cumplir, cada día, con las expectativas de este maravilloso pueblo que ha retomado su rol de sujeto de la historia. En la etapa que se iniciará el 24 de mayo, la participación ciudadana debe redoblarse y empoderarse, definitivamente, de esta revolución de la esperanza.